Cuba Si
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El consuelo de la luciérnaga

Cuando hay apagón, el edificio es tomado por un silencio poco usual: no música, no lavadoras ni batidoras funcionando y mucho menos taladros u otras herramientas ruidosas. Ni los perros ladran.

Y en medio de esa quietud se escuchó a alguien hablando por teléfono con otro alguien, que parece no le escuchaba bien, por eso el vecino debía alzar mucho la voz.

 Así, casi a gritos, informó al interlocutor que hacía un rato, entre las tinieblas, había empezado a ver una lucecita verde moviéndose por toda la sala.

¿Extraterrestres?, ¿espíritus?, ¿almas en pena?... La narración empezaba a ponerse interesante oliendo a suspenso, a ufología, y hasta el silencio pareció volverse más denso, nadie quería perderse el final de la película.

Entonces se oyó clarito la explicación del misterio: “¿y tú sabes lo que era, compadre?: una luciérnaga. La cogí y la puse en la ventana”.

En medio de la oscuridad es bonito, reconfortante, escuchar hablar de luciérnagas.