Dos marchas caminan ya hacia los alrededores del Parlamento español. Desencantados militantes de partidos de izquierda, sindicalistas decepcionados con las cúpulas de las organizaciones tradicionales y activistas del 15-M suman miles, e intentan demostrar hoy que, como en Portugal, la presión de la calle puede hacer recular a los Gobiernos.