Todo parece indicar que a los cuatro meses de edad, Daniela crece de manera saludable. Es una niña fuerte, alegre, que presume de una vitalidad llamativa pues en realidad esas “agüitas” por la nariz, solo tienen relación con algunas manifestaciones clínicas sin mayor trascendencia.
Al margen de esos contratiempos, la pequeña se desarrolla acorde con su talla y peso gracias a la alimentación exclusiva de leche materna, la cual favorece los resultados que la orgullosa madre avizora cada día en Dani.
Aun así, el proceso materno y natural que es la lactancia responsable, repercute más allá de la mera responsabilidad de amamantar a los bebés para constituirse en el primer y gran garante de la salud de ellos.
No en vano, el sistema cubano de salud defiende el hecho de mantener políticas sociales y programas educativos que alertan e insisten en su práctica. De hecho, “dar el pecho” se convierte en la primera barrera de contención, sobre todo, para las peligrosas enfermedades infecciosas.
La doctora Berta Lidia Castro Pacheco, Presidenta de la Sociedad Cubana de Pediatría y con más de cinco décadas de labor en la especialidad y cuidados intensivos, advierte que la lactancia se eleva como la primera vacuna natural contra las infecciones.
Asimismo, la reconocida Especialista de Primer y Segundo Grados de Pediatría y Profesora Consultante e Investigadora Auxiliar, manifestó a esta reportera que el alimento materno es aquella inmunidad que no hay que fabricar ni resulta extraña al organismo del niño.
De ahí que sea la primera vacuna que debe administrarse para protegerlos contra cualquier dolencia infecciosa, desde la más simple hasta la más compleja. Todo ello sin olvidar que es un derecho humano fundamental —declarado por las Naciones Unidas— que tienen los infantes a ser amamantados y las madres a proveerlos de ese insustituible sustento.
Existe una etapa trascendental y decisiva en la vida humana: la etapa conocida como los primeros 1 000 días de la vida. Esta comprende, desde la concepción hasta los dos primeros años, Es decir 270 días del embarazo, 365 del primer año y 365 del segundo.
Según Castro Pacheco, lo que experimentan los bebés durante esa fase significará el cimiento del resto de su vida, a la vez que ellos son más vulnerables a adquirir procesos infecciosos.
Al ampliar sobre el tema, enfatizó que los infantes, fisiológicamente, no están bien preparados hasta los cinco años de edad. Mientras que su sistema inmunológico, en formación, llega a un pico importante en el primer año de vida.
Controlar tales padecimientos en la infancia exige tanto de la responsabilidad familiar como de métodos clínicos. Esa es una certeza que enarbola muy bien, Liliana, la madre de Daniela, madre de la hermosa niña que ella define “como un reguilete” dada la vitalidad que muestra desde la cuna.
Lily, como todos le dicen, confiesa que en esos empeños siempre se ha sentido acompañada del padre de Dani y los abuelos paternos, quienes aportan el apoyo imprescindible durante el momento de lactar donde la beba reclama estar pegada a ese “biberón” que satisface, a libre demanda, su apetito.
Unido a un correcto proceder alimentario, la doctora la pediatra Castro Pacheco recomienda a la familia conocer, de forma resumida, el ABC cabecera de las buenas prácticas acerca de cómo cuidar la salud de los lactantes lo cual contribuye a una mejor crianza de ellos. Estas son algunas encomiendas:
Ofrecer una crianza segura y sana desde los primeros soplos de vida, determinará que nuestros pequeñines se desarrollen felices y protegidos.