ZONA CRÍTICA: Los espacios para el debate cultural

ZONA CRÍTICA: Los espacios para el debate cultural
Fecha de publicación: 
2 Febrero 2021
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En las redes sociales suelen naufragar ciertos debates culturales.

Hay quien dice que las redes sociales, por su inmediatez, por su capacidad de movilización, por su talante democrático (aunque se pudiera escribir “democrático”: esa democracia es relativa), han puesto en crisis al periodismo tradicional. Algunos creen que ante lo que llaman (en un evidente extravío conceptual) “periodismo ciudadano”, el periodismo de toda la vida ha perdido sus credenciales a la hora de afianzar, e incluso, de establecer, agendas públicas. Ciertos ideólogos de la contemporaneidad creen entonces que el espacio ideal para el debate cultural está en las redes. Nosotros creemos que el debate que merece y necesita la cultura cubana tiene que estar, también y fundamentalmente, en otros espacios: los medios de comunicación, por ejemplo.

Pero, ¿qué debate necesitamos? Uno de altura conceptual, de rigor histórico. Un debate con argumentos, con propuestas viables, con dominio de los temas, con vocación ética. Y centrado en temas trascendentales, no en broncas de pasillos, en ajustes de cuentas, en reivindicaciones personalísimas. Decencia, vuelo, dignidad intelectual. Eso es lo que hace falta. Y tantísimas veces en las redes, con buenas o no tan buenas intenciones, no se logra eso.

No estamos diciendo que haya que desatender Facebook, Twitter, Instagram, Youtube… No. Hay que ganar cada vez más cultura en su uso, dominio de sus lógicas, para que sean también espacios para la promoción y análisis de lo mejor de la cultura cubana. 

Pero al César lo que es del César.

Los medios de la cultura tienen la responsabilidad de acoger un debate serio y propiciarlo. Tienen la responsabilidad de perfilar una agenda e intencionarla, de manera que corresponda con las necesidades, los problemas, los conflictos en la aplicación de la política cultural… y también con las realizaciones, los logros, los éxitos de esa política, que no son pocos.

Los límites de ese ejercicio crítico no pueden definirse de manera mecánica. O sea, el arte tiene proyecciones en todos los ámbitos de la sociedad. Y la cultura es mucho más que cultura artística. Se puede (y se debe) discutir o polemizar de un amplio abanico de temas, siempre y cuando se respeten las normas elementales de la urbanidad… y los principios de los que debaten.

En un país asediado por décadas, la defensa de la soberanía nacional no es un asunto menor. Y el debate cultural puede y debe afianzar esa defensa. La de Cuba no ha sido nunca una cultura entreguista; ha sido, eso sí, cultura de resistencia y de reafirmación de la identidad. Es el legado de los próceres. Siempre hemos destacado el privilegio de que el más encumbrado de nuestros héroes, José Martí, haya sido, sea, uno de nuestros más grandes poetas.

En el complejísimo panorama mediático, cuando algunos quieren utilizar el debate cultural en estrategias más o menos obvias de cambio de régimen, hay que tener muy claro qué se discute, por qué se discute y para qué se discute. La independencia nacional es sagrada. Los medios de comunicación de la cultura tienen que estar a la altura de ese cometido.

Una versión de este comentario fue transmitida por el Noticiero Cultural de la Televisión Cubana.

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