¿Y la familia?

¿Y la familia?
Fecha de publicación: 
22 Mayo 2023
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Foto: tomada de pixabay.com

No, no pregunto por cómo está la familia sino por qué no la invitan.

Sucede que mucho se ha hablado y habla de la importancia de la familia, fue aprobado un nuevo Código de las Familias, y abunda los especialistas en muy diversas disciplinas que subrayan la trascendencia y valía de ese grupo humano, y lo hacen desde los medios de prensa y otros canales de comunicación pública; igual se pronuncian directivos, instituciones...

Sin embargo, se hace evidente un vacío que sería muy fácil de llenar, pero parece que a quienes corresponde hacerlo no les imbrica todavía la teoría con la práctica.

Sucede que en este mayo ha tenido lugar la entrega de abundantes reconocimientos a un también abundante número de cubanos y cubanos. Han sido disímiles las razones de estos bien merecidos estímulos, tras los cuales se acumulan entregas y sacrificios admirables.

Y en la mayoría de los casos, para no ser absoluta, en paralelo con tantas horas de esfuerzo y trabajo, existe una familia que, desde el orgullo, ha permanecido en la retaguardia de esas personas admiradas y admirables.
 
Es probable que también una buena parte de esos condecorados, estimulados, premiados, etc., hayan dejado de compartir con sus familias y quizás de atender algunas necesidades en ese ámbito, para, altruistamente, responder a las demandas o necesidades de muchos otros, a veces de todo un pueblo, de un país.

Por eso, quizás para compensar y sobre todo para reconocer el esfuerzo de esas familias, hubiera sido muy bueno, y, sobre todo, coherente con los enunciados e intervenciones,  que las mismas hubieran sido invitadas a esas ceremonias, al menos, algunos de sus representantes.

Antes, la razón era la dichosa croqueta; es decir, las dificultades para compartir refrigerios y semejantes –razón que nunca debió justificarse. 

Ahora, casi ni refrigerios se reparten en tales acontecimientos porque la actual situación lo dificulta mucho más. De ahí que el motivo para no invitar a las familias de los homenajeados no puede ser ese, como tampoco el tamaño de los salones, porque bien grandes se ven en la tv y en las fotografías.

Entonces, ¿por qué la única recompensa para esas familias, cuando más, es la flor ya medio marchita que el homenajeado lleva consigo de vuelta a casa y entrega con un beso al hijo, la esposa, la madre…?

 

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