Una breve reflexión introductoria, ahora que la infodemia enfila su virus contra ETECSA

Una breve reflexión introductoria, ahora que la infodemia enfila su virus contra ETECSA
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Fecha de publicación: 
24 Marzo 2020
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No convertimos nuestra crítica en un arma, por revolucionaria que digamos sea, si no descubrimos cuándo el mal que decimos conjurar mediante la crítica coincide con el mal que nos quieren provocar.

¿Cuándo la crítica honesta (o que dice serlo) debe manar de la lucidez del revolucionario (que dice serlo)?

Se va notando en el horizonte la formación de una nueva borrasca contra Cuba: entre la avalancha de dardos contra las instituciones, ahora una ofensiva contra ETECSA. Del enemigo nada debe asombrarnos, ni sorprendernos. Es decir, no tomarnos de sorpresa.

Es, aunque el término nada tiene de amable, una guerra. Del enemigo no esperamos, pues, sino acciones de lo que es: un enemigo. Algo diferente resulta cuando la ofensiva del enemigo comienza a coincidir con la crítica honesta (o que dice serlo) y que debe originarse en la lucidez crítica del revolucionario (que dice serlo).

¿Qué hacer cuando una institución nuestra o un error nuestro merece la crítica sanadora y oportuna?

Oportuna porque puede contribuir a remediar el desacierto o desfacer el entuerto, y sin embargo, coincide ostensiblemente con las matrices de una campaña ideológica y cultural enemiga que, evidentemente, no tiene la intención de mejorar nuestras instituciones, sino minar nuestra forma de vida y nuestra confianza, unidad y apoyo colectivo a una causa justa.

¿Autocensurar, amordazar la crítica?

No. No, porque entonces estaríamos gratuitamente añadiendo un dardo más al dardo enemigo: estaríamos privándonos de mejorar, restañar, enderezar.

Resulta de esta verdad una encrucijada, como el abismo de Caribdis, ante la cual debemos decidir cuál es nuestro camino. Una senda es equívoca: si el error puede ser subsanado, si otra acción debe ser emprendida, es crimen no tener la valentía de manifestarlo. En eso estamos de acuerdo quienes nos levantamos todas las mañanas con el propósito de seguir siendo revolucionarios.

¿Qué es necesario, sin embargo, meditar en el ejercicio del criterio?

Creo que sigue vigente la lección de Bertolt Brecht de 1934 cuando advierte las dificultades para decir la verdad: el valor de escribir la verdad, la inteligencia necesaria para descubrir la verdad, el arte de hacer la verdad manejable como arma, cómo saber a quién confiar la verdad, proceder con astucia para difundir la verdad.

Obsérvese que ninguno de esos principios vale nada, es decir, no funcionan, si no están conjugados unos con otros. Y en el ejercicio del criterio que dice ser honesto y revolucionario podemos fallar todos los que nos presentemos como críticos honestos (o que decimos serlo) y revolucionarios (o pugnamos por merecer esa condición guevariana y superior del ser humano).

¿Qué elementos, entre otros muchos posibles, deben tenerse en cuenta?

La guerra ideológica enemiga juega, cuenta con, y aprovecha a su favor, el dilema que se le presenta a los pueblos y gobiernos que propongan, y sobre todo hayan emprendido, un camino contestatario al modo de vida capitalista. Lo vemos todos los días.

Ese dilema tiene un medular contacto con el tema de reflexión que vamos proponiendo. Como la hegemonía económica y cultural que imponen dificultad a la ruta emprendida (mediante la guerra económica, el bloqueo, el intercambio desigual, el saldo de la lucha de clases a favor de las élites, complots, atentados, asesinatos, guerras contra gobiernos que pretendan sacudirse de sus garras), entonces, consecuentemente, tales intentos se verán preñados de dificultades para avanzar en sus objetivos, y surgirá la necesidad de la crítica interna tanto para los errores y los fracasos propios, endógenos, como para las dificultades y los fracasos condicionados, provocados por esa misma guerra.

Es, en el orden político e institucional, lo que ocurre con la democracia, tan íntimamente relacionada con la crítica y la libertad de expresión: te exijo la democracia, pero te la obstaculizo. La exijo con la misma intensidad y denuedo como contribuyo a impedirla. Y así puedo afirmar que eres un Estado totalitario, que el sistema que intentas es un fracaso (el fracaso del socialismo, por ejemplo), y con el pretexto de no disfrutar tu pueblo de la democracia (que todo el mundo alaba, pero casi nadie tiene), —democracia que te impido construir—, te hago una guerra múltiple que, a su vez, seguirá impidiendo que puedas lograrla alguna vez, y así hasta el infinito del círculo que vemos todos los días girar. Que gira no solo con el viento a favor del enemigo, sino del revolucionario que dice serlo, pero no comprende ni reflexiona en las dificultades que debe vencer para proclamar su verdad.

La crítica revolucionaria, que es lo mismo que decir socialista, debe partir, entre otras varias de igual importancia, de esas premisas. De una honda reflexión, aunque no hamletiana, paralizante, ante la responsabilidad de la crítica. Pero responsabilidad no puede significar parálisis.

Entonces, ¿qué hacer?

Lo primero es el esfuerzo intenso por la meditación lúcida, profunda, sufriente. La lucidez exige, supone dados, atributos que ciertamente no están al alcance de todos los seres humanos, pero que sí deben serlos del intelectual que se considere tal y cuya función social sea educar e informar: la inteligencia, el talento, la información, la honestidad y el compromiso.

¿Compromiso quiere decir compadrazgo, complicidad, parcialidad?

No. El compromiso solo debe rendirse, precisamente, al cultivo de la inteligencia, la información y la autosuperación constante del talento que nos haya regalado la naturaleza para discernir y analizar. Y compromiso político, naturalmente, con la opción que hayamos tomado en la lucha de los intereses de clase de este mundo: nuestras convicciones.

Cuando es el compromiso con los intereses de las élites, los que han echado su suerte con los pobres de este mundo no tienen dudas. Allí se nota con claridad al enemigo de clase, al adversario en las lides ideológicas, cosmovisivas.

La que nos ocupa es la crítica revolucionaria (o que se autoproclama serlo)

Pero cuando el compromiso que se anuncia como revolucionario balancea ostensiblemente hacia el polo del individualismo, cuando el ego desmedido inunda el ser y obnubila la capacidad de análisis, y se piensa mucho más en el brillo y la gloria que pretendemos nos reconozcan los demás porque decimos ser fieles —sobre todo—, solo a sí mismos, casi siempre esa actitud está relacionada con una ceguera para pensar primero en cómo convertir la verdad en un arma de combate, al modo brechtiano, es decir, en favor de los intereses colectivos y de los objetivos de la opción política revolucionaria que se proclama sostener.

El ejercicio de la crítica es, intelectualmente, el más difícil y el que debe ser el más responsable de los ejercicios racionales.

Y si solo lo difícil es estimulante, como decía el gran Lezama, mucho más estimulante y necesario a los pueblos sometidos al castigo de los poderosos es saber convertir la verdad —la cúspide que pretende vencer toda crítica— en un arma contra los explotadores de este mundo. Y ello implica no mellar el filo de nuestras propias armas.

Tomado de Postcuba

Comentarios

ETECSA ha sido desde su creación una empresa al servicio del pueblo, procurando una mejora constante.
Etecsa cada día trabaja por mejorar los servicios que presta y hacer que el pueblo cubano esté cada vez más y mejor conectados. Cuidemos las redes y los servicios que Etecsa logra brindarnos en un país con más de 60 años bloqueado.
La Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, ha trabajado en acercar cada vez más sus servicios a mí y mis coterraneos, que no es perfecta, es cierto, pero no creo que en el mundo una compañia telefónica sea capaz de trabajar en función de garantizar sevicios básicos a su pueblo, en muchos casos subsidiados. Si a esto le sumas que radica en un país bloqueado que también afecta sus inteciones de crecer cada día. Gracias ETECSA. Sigue como hasta ahora en línea con el mundo y sobre todo en línea con tus coterraneos LOS CUBANOS!!!
La crítica no es mala, lo malo son las ideas de intentar desacreditar una empresa donde sus trabajadores dan todo por garantizar el servicio y el desarrollo de las Tics, a veces vale la pena preguntarse cómo ha sido posible que una empresa de un país totalmente bloqueado ha sabido sortear tantos obstáculos y ofrecer servicios. Ojalá y los que tanto critican también le dediquen un tiempo a reclamar que levanten el bloqueo, ese si es el mayor obstáculo para seguir instalando teléfonos y bajar tarifas. Hoy lo que buscan es que Etecsa baje las tarifas y colapse la red, para entonces seguir atizando la hoguera.
Yury
Estoy de acuerdo con este comentario,de hecho muy oportuno, las tarifas de ETECSA sabrán cuando bajarla,le sugiero que no sé dejen amilanar por las críticas que no son constructiva para que no colapse ésta tan valiosa red.muchas gracias

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