Turismo cubano ante el contexto del 2022

De cara a promocionar su renovado producto turístico, Cuba incursiona en la actualidad por un circuito de ferias del sector, en ambos hemisferios, siendo las más recientes las citas de Bruselas y Panamá. Tan intensa actividad ocurre desde la arrancada de este año, que viene con nuevos retos.

En la reactivación de la industria tras los peores momentos de la pandemia de COVID-19, todos los países receptores buscan parte del pastel que significan los mercados más potentes; y la mayor de las Antillas está montada también en esa cuerda, donde la competitividad bulle a altas temperaturas.

Un destino puede tener muchas bondades que ofrecer -incluso algunas tan descollantes como la estabilidad política, la tranquilidad ciudadana y el control epidemiológico del SARS-CoV 2-, pero se necesita del acceso a los flujos de clientes, ahora vueltos a deprimirse por el conflicto europeo que desde el 24 de febrero ocupa los titulares de la prensa mundial.

El giro del ocio se reconoce por su capacidad de locomotora de otros rubros, la generación creciente de empleos, su dinámica captación de divisas y también descuella por su capacidad para “sacudirse“ con rapidez de crisis cíclicas o frente a fenómenos inesperados.

Con esos avales cuentan muchos para superar las adversidades del presente. Específicamente para el turismo cubano, el contexto del 2022 suma un grupo de retos que le han puesto la varilla bien elevada.

Siempre a la cabeza, comparece el cruel bloqueo imperial recrudecido por Donald Trump y mantenido intacto hasta ahora por Joe Biden; el seguimiento irrestricto del control de la COVID-19 que aún exige de recursos cuantiosos para mantener la alerta en fronteras y más allá por toda la geografía nacional; las condiciones durísimas en que opera la economía doméstica, y más recientemente la imposibilidad de contar con el mercado ruso, convertido en uno de los puntales en la emisión de viajeros, desplazando incluso a Canadá, el tradicional número uno.

Los habituales turistas rusos, que eran vistos asiduamente en Varadero, la cayería norte y la  capital, ya no están a causa del diferendo bélico. De tal manera entonces hay que -como se indicó la semana anterior en el Balance del Mintur- trabajar más sobre los restantes emisores y rescatar la región latinoamericana, por cuya cuota de  mercado existe una puja.

También está la potenciación de las ofertas a los nacionales, un  segmento de los cuales siempre opta, sobre todo en verano, por la gama de propuestas.
 

Para Cuba, en su condición de plaza sitiada por Washington y sus aliados por medio mundo, todo resulta más complejo.

No queda otra que echar mano a la innovación, creatividad y estrategias que se opongan a la agresión mediática y el acoso en las redes sociales. Al viajero debe llegar la imagen de una Cuba real y no una versión  virtual manipulada.

Complicado en grado sumo, como sus dos años predecesores, este 2022 implica para la industria sin chimeneas -vital para la reactivación de la economía autóctona- rebasar las disímiles limitaciones que  tiene ante sí para alcanzar la meta de recibir a dos millones 500 mil visitantes. Son muy fuertes las motivaciones conforme difíciles y retadoras las dificultades.

La dedicación y el tiempo dirán finalmente cómo en este contexto el turismo cubano se desenvolverá y avanzará.