Tokio 2020: Andy, ¡el último alirón dorado de Cuba en danza con Lobos!
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¡Siiiiiiií! ¡Lo hizo! ¡Bendito sean el baile y el insonmio! ¡Qué manera de saltar! ¡Cuba, Cuba, Cuba, Andy, Andy, Andy! Todavía deslizo mis dedos sobre el teclado y aún la emoción contenida me traiciona.
Andy hizo la “Cruz” dorada en la arena Kokugikan de Tokio, su cuarta victoria sobre el estadounidense Keyshawn Davis, quien, pese a incontables horas de estudio, puede que hasta irritación en los ojos y alguna ciatalgia de tanto estar sentado viendo videos del matancero peleando, aún seguirá con la asignatura de cómo derrotarlo pendiente. No le han bastado cuatro actos para descifrar al yumurino de 25 años, su verdugo en esta ocasión por 4-1 (cuádruple 29-28 y 28-29 adversos del quinto juez, el marroquí Bacchir Abbar). Pero como un solo palo no hace monte y Andy verdaderamente fue mejor sobre el ring en un desafío DURÍSIMO, pero en el que propinó los mejores golpes…
La batalla
No por consabido el guión previo dejaba de contener muchísimo morbo este duelo. Andy había hecho morder el polvo a Davis, un púgil muy mejorado, eso hay que reconocerlo, no solo por el hecho de que a sus solo 22 abriles ya posee tres victorias sin derrotas en el boxeo profesional, dos de ellas por KO, desde su estreno frente al bahamés Lester Brown el pasado 27 de febrero, sino además por el hecho de moverse en el terreno de la práctica de otras artes marciales mixtas.
Por fortuna, nuevamente los puños de Andy lo hicieron callar. Hoy puedo decir con total seguridad que Andy es el mejor púgil libra por libra de nuestra escuela cubana de boxeo en la actualidad. Hoy, cuando suma el único título que no ostentaba en su brillante hoja de servicios y mantiene impecable su casillero de derrotas desde ese desliz ante el francés Sofianne Oumiha.
Andy, que salió a buscar a por todas su sueño, que sacó mejor partido de cada intercambio en la media y corta distancia, que supo cerrar cada combinación con un sello de ventaja. Así, con una dosis de análisis y estrategia, aderezo de sus puños quirúrgicos, mereció el favor de las boletas en el primer round.
Como era presumible Davis salió como una tromba a forzar en el intermedio, con una inyección de “veneno de alacrán” en su cuerpo y ese rojo en sus ojos que solo los que están determinados a vencer o morir poseen, como si al final del camino solo estuviesen las cuatro cuerdas y Andy.
Pero tropezó con un muro de baile y maestría, de astucia y sangre fría. No se puede pretender danzar entre lobos en una “reserva natural” en la que Andy ha sido cacique siempre, y Davis ha tenido que contentarse con pepitas de plata desde que el destino los cruzase por primera vez el 10 de abril de 2019, en el clasificatorio a los Juegos Panamericanos de Lima desarrollado en Managua, Nicaragua.
Sonaría nuevamente la chicharra. Tres minutos en los que le iba la vida a ambos. Tres minutos al término de los cuales sabríamos si acompañar a Andy en su pintoresco danzar de celebración; colocarle la enésima vela al boxeo y desear la eternidad en el Olimpo de nuestro buque insigne; o llegar al ocaso de esta cita con el amargo sabor del revés.
Andy no podía permitirse eso, no con millones de cubanos insomnes torciendo por él. No con Acebal, Segarra, Mario Kindelán (su ídolo en esta disciplina) o Héctor Vinent. No con Roniel, su predecesor dorado en dicha categoría en Londres 2012.
Entonces salió a “matar” a dejarlo todo, a CON-VENCER, y lo consiguió. A base de entradas quirúrgicas, esquivas magistrales, golpeo medular, cada músculo tensado sabedor de un propósito, cada paso sobre el ring cargando esa sed “animal e instintiva” de triunfo.
Sonó la campana, y tras el anuncio del THE WINNER, IN BLUE CORNER… FROM CUBA, ¡ANDY CRUZ! Me devolvió el alma al cuerpo. Soltó toda esa presión en su desinhibido baile, y como un lobo que no podía defraudar a su “manada” de Domadores aulló al Olimpo. El pugilismo cubano domina con creces esa disciplina en la capital nipona, aupado por los cetros de Roniel, Arlen, y los dos Cruces endemoniados, además del bronce de Lázaro Álvarez con siete púgiles inscritos; Keyshawn Davis tendrá material de sobra para continuar estudiando y desarrollando el astigmatismo y la ciatalgia; los británicos (1-2-2) maldecirán a Cuba en lo adelante y por mucho tiempo a la hora del Té, o cada vez que vean un pleito boxístico; y la Mayor de las Antillas consolida su mejor rendimiento después del (5-2-1) acuñado en Atenas 2004. Ahora, tira con más fuerza de nuestro carro buque del olimpismo, con 41 cetros, 19 platas y 18 bronces. ¡Menuda manera de aullar!
Cuba, con una efectividad de los mil demonios, pues de la legión de 69 deportistas inscritos varios no pudieron acuñar actuaciones por situaciones de lesión u otra índole, supera sus rendimientos precedentes de Beijing 2008, Londres 2012, y Río de Janeiro 2016. Se despide Cuba de Tokio con un último alirón dorado que en definitiva nos coloca con (7-3-5) en el puesto 14 del medallero que en el sprint final vio ascender a la cima a Estados Unidos (39-41-33) sobre China (38-32-18), una de las épicas deportivas más hermosas que he atestiguado. Japón (27-14-17) hizo honores con creces a su condición de anfitriona, y a este lado del Atlántico además de los estadounidenses, solo Canadá (7-6-11) en su mejor performance histórico anclada en el escaño 11; y Brasil (7-5-8) para el puesto 13, nos ganaron el pulso de las ubicaciones.
Andy aulló con fuerza, y yo, con algunas historias por contar aún y más sueño que cualquier otra mercancía en mis alforjas en este instante, soy un hombre plenamente feliz.
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Lissette Ftes
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