Rita y sus esculturas, arte de todos los tiempos

Rita y sus esculturas, arte de todos los tiempos
Fecha de publicación: 
29 Mayo 2021
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Hoy 29 de mayo, hace exactamente 21 años, se despidió de la vida en la tierra la célebre escultora cubana, Rita Longa, considerada la más importante del siglo XX, sin embargo, aquel día no fue un adiós para siempre, puesto que la majestuosidad de Longa perdura en sus figuras como elementos icónicos y propios en diversos espacios públicos en Cuba y otras ciudades extranjeras como Madrid y La Coruña, España, y también en Belgrado.

A esta habanera la sentimos y recordamos por su obra Grupo Familiar, los venados como un ademán de bienvenida a la entrada del Parque Zoológico de La Habana, por su Bailarina clásica en nuestro paraíso bajo las estrellas, el cabaret Tropicana, por su Virgen del Camino en San Miguel del Padrón y su escultura Forma, espacio y luz, a la entrada del edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes, todo un juego con el mármol entre entrecruzadas de masa y vacío.

Rita está presente en La fuente de los mártires, situada en el Parque de los Mártires, al inicio de Prado, en su virgen de Santa Rita, ubicada en la iglesia de Playa que lleva ese mismo nombre, en la Fuente de las Antillas, símbolo del arte tridimensional en la ciudad de La Tunas, en el Gallo de Morón, un escultura hecha en bronce de tres metros de altura, en la Aldea Taína de la Ciénaga de Zapata, en la Fuente de Guanaroca, en Punta Gorda, provincia de Cienfuegos. 

Son tantas las piezas escultóricas de Rita Longa que componen nuestra historia, el pasado y la ambientación y conformación de espacios que aun están presentes. Y pareciera tan difícil que, siendo mujer, en compañía de su equipo de trabajo ideara y materializara obras tan increíbles y únicas. Rita es una síntesis de nuestro desarrollo escultórico que van desde el uso de yesos, hasta terracotas y mármol. Es una “expresión formal desenvuelta, actualizada y auténtica”. 

Rita Longa nació un 14 de junio de 1912 en La Habana y cursó en el Lyceum de La Habana y la Academia de San Alejandro. Suma decenas de obras, dispersas por todo el territorio nacional, todas exquisitamente terminadas y ha sido reconocida en diferentes momentos, con la distinción por la Cultura Nacional en el 1981, con la medalla Alejo Carpentier un año más tarde, con la Orden Félix Varela en 1988 y el Premio Nacional de Artes Plásticas 1995, y otros premios.

Como bien afirmara la propia Rita Longa, “El escultor es ante todo un artista; se nace, se crece y se vive como un artista. Lo demás es el tiempo”. 
 

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