¡Por ahora y para siempre!

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¡Por ahora y para siempre!
Fecha de publicación: 
4 Febrero 2023
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Fotografía tomada de Internet

De las tantas alocuciones y discursos de Hugo Rafael Chávez Frías, el líder de la Revolución Bolivariana, recuerdo con mucho agrado la breve declaración que hiciera para la televisión, en cadena nacional, el 4 de febrero de 1992. Su “por ahora”, siendo teniente coronel, y mostrándose uniformado, calmado, y frustrado, fue al mismo tiempo un grito de resistencia. Esas dos palabras, esa pequeña incidental, otorgaron esperanzas mientras aseguraba que volvería.

Podía haber pasado como una intervención más, un mensaje de derrota, de objetivos no cumplidos, pero el detalle del “por ahora” retumbó la historia contemporánea de Venezuela, abrió los ojos a una nación que lo veía por primera vez. Trazó un camino y hasta la actualidad continúa acompañando el proceso chavista como estandarte de lucha.

Aquel 4 de febrero fue marcado como el Día de la Dignidad Nacional, por eso cada año en ese país suramericano se conmemora la rebelión cívico-militar liderada por Chávez hace poco más de 30 años contra las políticas neoliberales implantadas por el Gobierno del entonces presidente, Carlos Andrés Pérez. Se trata de una fecha de júbilo, y con movilizaciones y marchas se rinde homenaje a su legado, porque gracias a él, siete años después, se inició la Revolución bolivariana, ya con un Chávez maduro, con ideas consolidadas, con un proyecto social que fue, poco a poco, enrumbando al país a un destino mejor pensado para las mayorías.

Impulsado por el desastre del Caracazo de 1989, Chávez junto a otros dos mil oficiales militares venezolanos se alzaron contra la administración en curso que consideraban fallida, parcial, y clasista porque oprimía y empobrecía a su población, y solo cumplía las expectativas de la cúpula. Sin embargo, a pesar de la noble y necesaria causa, no prosperaron, fracasó el plan, quizás faltó organización, también un poco más de compromiso entre los implicados. Pero se convirtió en un mito, y eso fortaleció sus propósitos para regresar. Y cuando lo hizo ya contaba con el apoyo popular.

Desde aquella disertación de un minuto, en la que asumía toda responsabilidad, el pueblo advirtió en el líder virtudes no reconocidas en los gobernantes de turno. Se mostraba ajado y humano, y al mismo tiempo proyectaba imagen de fortaleza y deseo de seguir. Y eso lo recibió una Venezuela que adolecía y clamaba casi un héroe, una persona de calle con quien identificarse y en quien depositar confianza.

Desde el inicio la misión de Chávez era visibilizar al ciudadano silenciado, darle voz, escucharlo, revertir todo el proceso neoliberal que estaba viviendo aquella sociedad descontenta y marchita por el abuso y los contrastes. Cuando asumió la presidencia, en 1999, con su propuesta de justicia social, rompió con toda inercia imperialista que imperaba en Venezuela, y en la región. Por eso su popularidad se catapultó, y su proyecto es tan sólido aunque ya no está hace 10 años.

El 4 de febrero de 1992 quedó, desde entonces, en el imaginario popular como símbolo de hidalguía, grandeza. Chávez venía de barrio, y eso le hacía identificarse con los más humildes. Fue precursor, el verdadero gestor del movimiento popular que cambió a Venezuela para siempre. Basado en el pensamiento libertario de Simón Bolívar, trabajó sin descanso en un proyecto de profundas raíces sociales que trascendió el marco nacional.

La Revolución bolivariana marcó un precedente para la izquierda latinoamericana. Fue ejemplo para el despertar de los pueblos y empujó a otros procesos similares. Todo comenzó con un “por ahora”.

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