PENSANDO Y PENSANDO: Las muchas manifestaciones del amor (+ VIDEO)

El Proyecto del Código de las Familias que se somete al debate público por estos días en Cuba asume mucho más que el reconocimiento a las familias, independientemente de su conformación.

Pero este asunto es uno de los más polémicos.

Convendría leer el proyecto con calma, sin apasionamientos y lidiando con posibles prejuicios.

El Código no pretende imponer un tipo de familia. El Código no hace campaña por ningún tipo de familia. El Código no va a decirle a nadie qué familia le conviene conformar.

Manipulan los que, por disímiles intereses o por el peso de atavismos, afirman que la ley pretende formalizar la indecencia o coartar las libertades de una parte de la sociedad.

El Código de las Familias pretende reconocer lo que existe: familias disímiles, cuyo aglutinante es o debería ser, en primerísimo lugar, el amor.

Obviamente: ningún «formato» es garantía plena de felicidad. Pero en muchos «formatos» es posible buscarla.

Y la ley no debería ignorar el derecho de todos los ciudadanos de conformar una familia atendiendo a singulares necesidades, deseos y aspiraciones.

El límite, como marcan las prácticas sociales, es el derecho del otro.

Pero ¿alguien puede decir qué derecho se le violenta cuando dos personas deciden formalizar una unión ante la ley?

La idea de que con esta ley se promueve la homosexualidad carece de todo fundamento científico.

La homosexualidad no precisa promociones. Existe.

¿Y por qué existe a pesar de la persecución, la represión, la satanización a las que han sido sometidos por siglos los homosexuales?

¿No se supone que reconocer solo las uniones heterosexuales promoviera la heterosexualidad?

La heterosexualidad, por supuesto, tampoco necesita de promociones.

Se trata de reconocer los derechos de todos, de que no haya ciudadanos con menos derechos.

Y más que de etiquetas (ser o no ser cualquier cosa), se trata del amor, de las muchas manifestaciones del amor.

Nadie va a obligarlo nunca a amar a alguien. Se ama sin imposiciones. Y la sociedad tiene que acoger a todos los que tienen la necesidad, la posibilidad y la suerte de amar.