PENSANDO Y PENSANDO: Abrir las puertas
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Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Foto: Revista Excelencias.
Algunos usuarios de las redes sociales, amantes de la danza, han mostrado su estupor por la suspensión del Festival Internacional Ballet de La Habana «Alicia Alonso», que debería celebrarse desde finales del mes de octubre.
Creen que para ese momento la epidemia debería haber remitido, y que los teatros ya podrían estar abiertos.
Más allá de que las razones de la suspensión o el aplazamiento de grandes eventos culturales y deportivos obedecen también a dificultades organizativas (un festival no se arma de una semana para otra, y ahora mismo es imposible realizar coordinaciones elementales), es muy difícil aventurar fechas para la tan ansiada normalidad.
Y en todo caso, habría que ver de qué manera esta circunstancia incide en la «normalidad» que viene.
Los teatros, las galerías, los museos, las bibliotecas y librerías abrirán normalmente cuando sea seguro y estén listos escalonadamente.
El primer ministro, Manuel Marrero, expilcó el jueves en Mesa Redonda que, "desde la decretada primera fase de recuperación en Cuba comienza la comercialización del talento artístico y la apertura de centros culturales".
La reapertura de varias instituciones culturales en Europa, especialmente importantes museos, pudiera ofrecer una idea de las medidas que se pudieran tomar aquí llegado el momento.
Pero cada país tiene su propio plan, sus condiciones y prioridades.
En Cuba la prioridad es la salud. Y recientes eventos de contagios en la capital muestran los peligros de los excesos de confianza y el relajamiento de las medidas de prevención.
Son comprensibles las ansias de un sector del público por regresar a los teatros y museos, está claro que muchos artistas quieren subir nuevamente a los escenarios...
Después de la contingencia habrá que repensar muchos de los esquemas de producción, financiamiento y socialización del arte. El panorama económico será (ya está siendo) muy complejo.
La voluntad del país es no sacrificar el entramado artístico y literario; y ahí está el desafío de las instituciones culturales: eficiencia en el manejo de los recursos, sensibilidad e inteligencia... porque la cultura nunca será una fábrica de ladrillos.
El caudal creativo de la nación no ha sufrido menoscabo en sus esencias durante la contingencia sanitaria. Para muchos artistas esta ha sido una pausa fecunda.
Llegará el momento en que se pueda escribir el relato reposado de esta crisis: el arte será parte importantísima de esa crónica.
Mientras, aún en etapas de recuperación, urge priorizar la vida.
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XIOMARA BOBADILLA
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