Parejas cubanas en pandemia

Parejas cubanas en pandemia
Fecha de publicación: 
14 Febrero 2021
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Imagen principal: 

Foto: EFE

Juan José y Herminia llevaban seis años de casados cuando el mal bicho del SARS-COV-2 entró a tierra cubana, y ambos sintieron que se les «movía el piso» a medida que se imponía una nueva forma de vivir.

Ella, 38 años, dibujante en una empresa de proyectos; él, 43 años, mecánico-chapista por cuenta propia, se vieron una madrugada del diciembre último, sentados uno frente al otro en la sala ya a oscuras, exhaustos, y sin aparentemente nada que decirse después de tanto amor construido.


Foto solo ilustrativa. Tomada de Internet

Así lo relataron ambos a CubaSí, pidiendo resguardar sus identidades reales, mientras volvían a mirarse, esta vez con aire de ganadores.

Y sí que triunfaron. Pero les fue difícil. Conviviendo con un hijo de ocho años y con el padre de él —un anciano enfermo, con validismo limitado y amagos de demencia senil—, las dificultades cotidianas y el permanente roce en su pequeño apartamento de La Lisa y con problemas constructivos, la relación se les fue enrareciendo.

Ocuparse del niño, que se aburría, y que también debía ser apoyado con las teleclases; atender al abuelo, cada vez más demandante, al margen de la realidad y necesitando cada vez más culeros que no aparecían; sobrellevar la escasez con un solo salario por el teletrabajo de ella —porque el chapista se vio de brazos cruzados—, y ver cómo el muelle del colchón, definitivamente, asomaba amenazador, cómo se rompía la cafetera y no había ni tinte para el pelo de ella ni máquina de afeitar para él, fueron algunas de las cosas que les enturbiaron el vínculo.

Ella se sentía cada vez más sobrecargada; él, cada vez más deprimido por no contribuir económicamente con el hogar… y empezaron las peleas, las recriminaciones, las tensiones y el dormir «cada uno pa’ su la’o». A veces, una bobería desencadenaba en tormenta; otras, una desconsideración mayúscula se traducía en silencio recriminador y ceño fruncido.


Foto solo ilustrativa. Tomada de depositphotos.com

Pero no fueron los únicos cubanos que así han vivido y viven estos tiempos de pandemia. Una reveladora investigación publicada en línea el pasado año en la Revista Cubana de Psicología así lo ratifica.

Los especialistas Beatriz Torres Rodríguez, Carlos Gutiérrez Gutiérrez y Ana Margarita Pérez Fernández, de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad, acometieron una investigación exploratoria con el objetivo de valorar la influencia de la pandemia en las relaciones amorosas y sexuales de las parejas. 

Con ese fin, aplicaron, empleando las redes sociales, una encuesta a 133 parejas cubanas, cuyas edades, sobre todo, se inscribían entre los 21 y 40 años. El 17,3% de ellas convivía de modo habitual y ninguno de los dos se veía precisado a salir de casa a diario; el 51,9% también convivía habitualmente, pero uno de los dos, o ambos, debía salir de casa a diario o con frecuencia; y el 30,8% no convivía habitualmente, ya fuera por problemas de vivienda, por ser relación extramatrimonial o por radicar en provincias o países distintos, entre otras causas.

De las 133 parejas encuestadas, el 43,6% refirió la presencia de conflictos, aunque no todas explicaron la naturaleza de estos. En particular, entre aquellas que viven bajo un mismo techo y ninguno de los dos tiene que salir diariamente —como el caso de Juan José y Herminia—, ninguna señaló que tuvieran conflictos, como tal. Pero la cuarta parte de estas hizo mención al aumento de la carga de tareas del hogar para la mujer.


Foto: Jorge Luis Baños / IPS

Aquellas en que uno de sus integrantes o los dos debían salir cada día o con frecuencia, la tercera parte (33%) sí dijo tener conflictos. Entre ellos mencionaron la sobrecarga de roles en la mujer, el aumento de discusiones debido a factores como la higiene, los insumos y su ahorro, el desorden, las rutinas de los niños y los horarios irregulares para el trabajo, así como disminución del deseo sexual en un inicio, aunque luego regresaron a la normalidad. También mencionaron la agudización de conflictos ya existentes.

Hubo algunos casos en que se señaló: «todavía no hay conflictos», lo que deja entrever, indican los autores, la existencia de episodios o condiciones predisponentes que pueden conducir a ello. 

En el caso de las parejas que no conviven habitualmente, el 71% reconoció la presencia de conflictos.

Entre sábanas

La expresión empleada por la pareja que encabeza este texto para referirse a cómo la tensión que en una etapa vivieron se trasladó también en su sexualidad: … y a la hora de dormir «cada uno pa’ su la’o», también se ha concretado en la cotidianidad de otras uniones en estos tiempos de pandemia.

Es que no estábamos preparados para este nuevo tipo de convivencia, que en algunas ocasiones es de 24 x 24, y aún cuando se trate de relaciones de calidad, los roces a veces son inevitables, condicionados, entre otras cosas, por el malestar emocional que suele acompañar esta forma diferente de existir.

Incluso las parejas que, por sus responsabilidades, carga de trabajo u otras razones, anhelaban disponer de más tiempo para compartir; ahora que lo tienen, por momentos comentan entre sí o cada uno por separado se dice que sí, que querían… pero no tanto.

Y es que hemos tenidos que reconfigurarlo todo, incluyendo también la intimidad. No por gusto los autores de la investigación que comentamos aseguran que también “El encuentro íntimo va a constituir un aprendizaje en cualquiera de los vínculos de pareja”.

Tanto es así, que de las 133 parejas encuestados, más de la mitad de ellas (el 56,3%) refirieron cambios en su rutina sexual.

“Resulta significativo que, aunque un mayor número de casos planteó aumento del deseo, al cuantificarse los resultados de la variable “frecuencia de la relación sexual”, se observó una superioridad marcada de su disminución y desaparición, con respecto a su aumento (47 contra 28)”, detallaron los investigadores.

Al abundar en cómo la pandemia ha condicionado nuevas experiencias de vida que modifican rutinas, estilos de vida, relaciones interpersonales y también íntimas, los autores precisaron que en el caso de las parejas para las que el riesgo de contagio es mayor, estas “deben pasar a otras formas de expresión y disfrute de la sexualidad, como las vías de encuentro no presenciales (llamadas telefónicas, videollamadas) y otras formas de fantasías sexuales y de expresión de los afectos, cuidando en todo momento la intimidad, la confidencialidad y el bienestar de terceras personas. Es un buen momento para desarrollar la creatividad”, acotaron.

Amor con nasobuco

Estudiosos de otras latitudes han señalado que la pandemia está condicionando como una tendencia que las personas sin pareja estable reduzcan sus encuentros sexuales así como el conocer a nuevas personas que pudieran ser futuras parejas. 

Como alternativa, las nuevas tecnologías ocupan espacio notable en estos vínculos, privilegiando al coqueteo sobre todo virtual.

En cuanto a las parejas que mantienen una convivencia estable la Covid-19 igual ha significado un parteaguas, un punto de inflexión que determina dos senderos: uno, que consolida la unión ratificando puntos en común, apoyo, solidaridad, armonía… en tanto el otro conduce a un posible agravamiento de tensiones que ya existían, o ha hecho aflorar las que permanecían agazapadas, desembocando en ocasiones en la ruptura.


Foto: EFE

Los tres expertos cubanos autores de la indagación que da pie a este texto, recomiendan algunas conductas, sobre todo en el ámbito de la comunicación, en bien de la pareja: 

- Ser empáticos, comprender y conmoverse con lo que le ocurre al otro ofreciéndole apoyo en el manejo de emociones negativas y evitar la alusión a conflictos anteriores en busca de culpables.
- Ser asertivos: decir lo que nos gusta y lo que no.
-Mantener las rutinas de sueño habituales y racionar el tiempo frente a la TV y otras pantallas.
-Hablar con la pareja de los miedos e incertidumbres para así construir un apoyo mutuo.
-Identificar las actividades que reconfortan y las que deprimen o producen malestar para crear mecanismos de defensa y superación.
-Hacer ejercicios físicos de forma sistemática dentro de casa
-Elaborar planes a mediano y largo plazo.
-No perder oportunidad para mostrar a la pareja señales de afecto y ternura, incentivar y diversificar el erotismo: dar caricias y compartir fantasías, son, entre otros, recursos para mantener una comunicación erótica y sexual.

Juan José y Herminia, la pareja que intercambió con CubaSí, logró capear el temporal que la nueva convivencia impuso a sus vidas, y lo consiguieron precisamente poniendo en práctica algunas de estas formas de comportamiento, que se sustentaron en un auténtico amor.


Foto: Oilda Mon / Tribuna

Ellos, como muchos otros en Cuba, ratificaron lo apuntado por los investigadores: “una ‘pareja con mascarilla’ también puede ser una representación del amor y de la sexualidad en esta nueva realidad. Debemos aprender a asumirla”.

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