Padura en sus 65

Padura en sus 65
Fecha de publicación: 
10 Octubre 2020
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Leonardo Padura Fuentes, el padre del detective Mario Conde, cumplió sesentaicinco años este nueve de octubre. 

El escritor cubano contemporáneo más publicado llega a la edad de la jubilación sin pensar en el descanso. Amado hasta el delirio por quienes esperan ansiosos la salida de cada uno de sus libros y son capaces de pagar sumas exorbitantes a los revendedores de sus ediciones cubanas o españolas; execrado por quienes consideran muy sobrevaloradas sus capacidades como narrador o periodista, lo innegable es que Padura acumula en su haber un rosario de premios y reconocimientos nacionales e internacionales, entre los que destacan el Premio Nacional de Literatura en 2012 y el Princesa de Asturias de las Artes y las Letras en 2015.

Filólogo, periodista, ensayista, narrador, guionista de cine, fanático de la pelota y cubano del habanero barrio de Mantilla, su primer gran éxito editorial llegaría en 1988 con la novela Fiebre de caballos, pero fue con su tetralogía de Las cuatro estaciones, aparecida en la década de los noventa y protagonizada por el investigador Mario Conde, que alcanzaría una popularidad de la que han gozado muy pocos autores cubanos.

Con la creación de Mario Conde, Padura renovaba el policial cubano, aportando un investigador melancólico y frustrado, de carne y hueso, cercano a la realidad social y sus márgenes; pero también trae Padura uno de los primeros acercamientos a Ia temática homoerótica en la literatura cubana de finales de los ochenta y principios de los noventa del siglo XX con su cuento El cazador, del volumen de igual nombre publicado en 1990, al tiempo que su antología de cuentos El submarino amarillo hacía un recorrido por la narrativa breve cubana desde aquel Quinquenio Dorado de fines de los sesenta hasta lo más reciente en aquel momento (1991).

En este siglo XXI, Padura ha sumado nuevos títulos a la saga de Mario Conde, pero también ha regalado a su legión de admiradores novelas que han generado polémicas como La novela de mi vida en la que aparece como personaje el poeta José María Heredia y se pone en duda la histórica primacía como obra literaria cubana dada a Espejo de paciencia; El hombre que amaba a los perros, texto que funciona como caja china en la que a la par de la historia del asesinato de Trotsky en México, se cuenta la historia personal y familiar de un escritor cubano frustrado, agobiado por las circunstancias de la crisis de los noventa; Regreso a Ítaca en la que un grupo de amigos comparten recuerdos de su adolescencia y juventud.

Voz de la generación del desencanto según muchos, también ha sido importante, aunque menos conocido, el trabajo de Padura como periodista y ensayista, muy vinculado a las esencias del cubano y su identidad (la música, el béisbol, el ron, las figuras populares).

Tipo de Mantilla que disfruta compartir un trago de ron o una partida de dominó con los socios del barrio; escritor del catálogo de Tusquets que ha visto llevar al cine sus creaciones, Padura estuvo este año entre los nominados al Nobel que se llevó la poetisa norteamericana Louise Glück y quién sabe si existan para él nuevas oportunidades. 

Con una prosa que mucho debe a sus años en El Caimán Barbudo y Juventud Rebelde, Padura se confiesa un trabajador incansable que ya planea sus próximas entregas y que en sus fecundos sesentaicinco todavía siente el deseo de sentarse a escribir, de terminar un nuevo libro y dedicárselo, como todos, por lo de siempre y por siempre, a Lucía, la mujer que por años y teniendo como base, raíz y savia nutricia a Mantilla, le ha acompañado en esa aventura que podría ser la novela de su vida.
 

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