Neoliberalismo en salmuera: Lo que preocupa a la burguesía

Neoliberalismo en salmuera: Lo que preocupa a la burguesía
Fecha de publicación: 
19 Julio 2021
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Mientras para Cuba el Imperio mantiene una política de cierre total en todas las esferas de la vida, alentando una guerra convencional para llevarla a la inopia, el mundo capitalista en general, incluido Estados Unidos, se propone una nueva estrategia que incluye la posible eliminación del neoliberalismo, sin que dañe su poder actual.

Mientras desde EE. UU, se alienta y paga a tarifados en Cuba para que aprovechen el odio de los políticamente miserables, las escaseces, errores y más de seis décadas de bloqueo, la burguesía mundial teme que la extrema desigualdad existente derive en rebeliones sociales y en la migración de votos hacia partidos políticos de izquierda.

En foros aparentemente neutrales como Naciones Unidas y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), gobernantes de derecha se refieren a la necesidad de un nuevo “contrato social”, cuando se elimine la pandemia del nuevo coronavirus.

Están siguiendo los lineamientos de los principales multimillonarios y líderes mundiales que se reúnen anualmente en el Foro Económico de Davos.

El más reciente informe de la CEPAL justifica la creación en la región de un contrato social en un mundo pos pandemia, pero no es para nada original, sino que proviene de Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial de Davos, recogido en su libro “Covid-19: El gran reseteo” publicado en octubre del 2020.

Admite Schwab: “…la era post pandemia marcará el comienzo de un período de ´redistribución masiva´ de la riqueza… es probable que el COVID-19 sea la sentencia de muerte del neoliberalismo”. Y prosigue:

“La ‘masiva redistribución’ y el abandono de las políticas neoliberales ejercerán un impacto definitivo en la organización de nuestras sociedades, que van desde cómo las desigualdades pueden estimular el malestar social, hasta el papel cada vez mayor de los gobiernos y la redefinición de los contratos sociales… las soluciones políticas existen y, en general, consisten en adaptar el Estado de Bienestar al mundo actual”.

La propuesta nada tiene que ver con la pandemia. Ya en enero del 2019 los titulares eran: “Davos demanda un nuevo contrato social para que el estado de bienestar sobreviva”. En 2016 el tema de reunión en Suiza fue: “El cambio, la nueva normalidad”. En 2018 dos artículos fueron publicados en la Revista Finanzas y Desarrollo del FMI: “Rediseñar el Estado de Bienestar” y “Un nuevo contrato social”. Llevan tiempo fraguando este plan y la pandemia les cayó como anillo al dedo.

Llama la atención que sean los propios capitalistas los que estén revisando el neoliberalismo. Y es que hay dos grandes miedos que afloran en sus escritos e intervenciones. Se lee en el libro de Schwab:

“Uno de los peligros más profundos que enfrenta la era posterior a la pandemia es la agitación... cuando las personas no tienen trabajo, ingresos, ni perspectivas de una vida mejor, a menudo recurren a la violencia. Si los gobiernos tienen que recurrir al uso de fuerzas paramilitares o militares para sofocar, por ejemplo, disturbios o ataques a la propiedad, las sociedades podrían comenzar a desintegrarse… En los últimos dos años, más de 100 protestas antigubernamentales importantes han tenido lugar en todo el mundo”.

Temen que la cada vez mayor desigualdad derive en una pérdida de confianza en la institucionalidad política, no solo manifestándose en rebeliones sociales, sino en la migración de los votos hacia partidos políticos de izquierda, tal como muestra Thomas Piketty en su reciente libro: “Escisiones políticas y desigualdades sociales”.

La existencia y dominación de la burguesía depende de su posibilidad de seguir acumulando y concentrando capital, lo cual solo es posible con la presencia del trabajo asalariado. Las grandes desigualdades generadas a partir de la instauración del neoliberalismo en los 80´ y el hecho de que el 1% de la población mundial se apropie del 84% de lo que se produce, repercute en las cada vez peores condiciones de vida de la clase obrera, disminuyendo la posibilidad de consumo por las grandes mayorías, afectando los niveles de crecimiento económico y, por tanto, de acumulación de capital, además del descontento social ya mencionado.

Es esto lo que verdaderamente preocupa a la burguesía.

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