Las aguas residuales pueden proporcionar energía a 500 millones de personas
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Una planta de tratamiento de aguas residuales en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, en el sur de México. Si son adecuadamente tratadas,esas aguas servidas pueden en gran medida reutilizarse para el consumo, generar energía y además producir fertilizantes. Imagen: Municipio de Tuxtla Gutiérrez
Las aguas residuales podrían proporcionar energía a 500 millones de personas y más de 10 veces el agua potable que aporta la actual capacidad mundial de desalinización, según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) divulgado en Estocolmo
El informe recuerda que la contaminación por aguas residuales es uno de los principales factores de pérdida de biodiversidad y una gran amenaza para la salud, que afecta sobre todo a las personas y los ecosistemas más vulnerables, incluidos los marinos y los de agua dulce.
Además, generan casi tantas emisiones de gases de efecto invernadero –grandes responsables del calentamiento de la atmósfera y del cambio climático- como la industria de la aviación.
Aguas residuales son las que han sido usadas en entornos domésticos y urbanos, o en las industrias y la ganadería, y también las aguas naturales que, por accidente o mala praxis, se hayan mezclado con las anteriores.
El informe del Pnuma “Aguas residuales: convertir el problema en la solución”, fue presentado ante expertos congregados para la “Semana mundial del agua 2023” en esta capital.
El texto recuerda que, a pesar de algunos avances en la última década, las aguas residuales no tratadas siguen siendo un importante reto mundial, así como un recurso potencial desaprovechado para la economía circular.
Actualmente solo 11 % del total de aguas residuales domésticas e industriales producidas es de alguna manera reutilizado, mientras que el potencial para reutilizar se estima en 320 000 millones de metros cúbicos por año, 10 veces más que la actual capacidad mundial de desalinización.
Ya en 2015 el volumen de aguas residuales producidas por la acción antropogénica se estimaba entre 360 000 y 380 000 millones de metros cúbicos al año, cinco veces el volumen de agua que pasa por las cataratas del Niágara anualmente.
Los estimados del Pnuma son de que ese volumen crecerá hasta 470 000 o 497 000 millones de metros cúbicos para 2030, año fijado como umbral para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, entre ellos agua limpia y saneamiento para todos y ciudades y comunidades sostenibles.
Según los autores del informe “es necesario un pensamiento crítico inspirado para transformar la percepción de que las aguas residuales son un problema de contaminación al final de los procesos, y se conviertan en un recurso floreciente”.
Se afirma que, por ejemplo, con las políticas adecuadas las aguas residuales podrían proporcionar energía a 500 millones de personas, y compensar más de 10 % del uso mundial de fertilizantes.
Ello porque las aguas residuales son una fuente rica en materia orgánica y por ende son portadoras de energía química. Los componentes orgánicos que están presentes en las aguas de desecho pueden convertirse en biogás rico en metano por medio de la digestión anaeróbica, y residuos de la operación en nuevos fertilizantes.
En cuanto a la reutilización del agua para el consumo, el informe recuerda que actualmente en el mundo una de cada cuatro personas vive sin acceso a servicios de agua potable, o gestionados de forma segura.
Además, un tercio de los 8000 millones de habitantes del planeta vive en regiones con escasez de agua, y se prevé que la escasez del líquido podría desplazar hasta 700 millones de personas de aquí a 2030.
Millones de mujeres y niñas pasan horas cada día buscando agua, lo que reduce sus oportunidades de realizar actividades productivas o recibir educación.
En medio de esta grave situación, la demanda de agua sigue creciendo, al igual que la necesidad de aumentar rápidamente la producción de alimentos y reducir la dependencia de los combustibles fósiles para obtener energía.
El documento insta a los políticos y responsables en todas las regiones del mundo a poner en práctica las tres acciones clave: reducir el volumen de aguas residuales producidas, prevenir y reducir la contaminación en los flujos de aguas, y gestionarlas de forma sostenible para la recuperación y reutilización de recursos.
Para ello, pide esfuerzos en el establecimiento de una legislación y gobernanza eficaz y coherente, movilizar la inversión, mejorar la capacidad humana técnica e institucional, a nivel local y global, e innovar tanto en los ámbitos técnico y social.
Además, mejorar la recopilación de datos, y fomentar la concienciación y la responsabilidad, pues todos los sectores de la sociedad contribuyen a los problemas de contaminación de las aguas residuales, y se requiere de sus aportes para un enfoque circular que incluya la recuperación y reutilización de los recursos.
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