La Habana tiene un no sé qué

La Habana tiene un no sé qué
Fecha de publicación: 
19 Noviembre 2022
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Fotos: Alejandro Azcuy

Parece mentira pero ya pasaron tres años del medio milenio de la Villa de San Cristóbal de La Habana, que el pasado miércoles sopló velitas por su aniversario 503.

Desde los fuegos artificiales y la algazara por los 500  nos separan 36 meses, que han sido una enseñanza de resistencia y valentía en la batalla contra la COVID-19, que puso a la capital, al país y al mundo entero en jaque.

El contexto actual es mejor en materia de salud, pero siguen afectando el bloqueo de Estados Unidos, la crisis energética, la escasa liquidez monetaria conectada a una alta inflación y las escaseces variopintas, que se han erigido en nuevos retos para los citadinos, como para todos los cubanos desde el Cabo de San Antonio hasta Punta de Maisí.

Aun así la Ciudad Maravilla celebró de nuevo su onomástico y como ejemplo de la proyección sociocultural del abordaje revolucionario de los problemas de hoy- muchos de ellos acumulados por años- están los avances en la atención a los barrios vulnerables, cuyos habitantes laboran codo a codo con las brigadas de constructores.

También el Centro Histórico inauguró por la efemérides un grupo de obras, que  igualmente rinden homenaje a Eusebio Leal Spengler, el hombre incansable que lo dio todo por su ciudad natal. Entre ellas el alistamiento del remodelado edificio Narciso López, de la Avenida del Puerto.

De acuerdo con informaciones de la Oficina del Historiador en la planta baja de la instalación, enclavada en la calle del mismo nombre, se acoge al proyecto Cultura entre las Manos, cuyo objetivo apunta a promover el conocimiento y uso de la lengua de señas cubana para contribuir a su desarrollo en el ámbito cultural-patrimonial.

El mismo 16, fecha del nacimiento de la Villa en 1519, se entregaron 13 apartamentos situados en los pisos superiores de la propia edificación, cuyos beneficiarios resultaron miembros de la vecindad.

Por toda la zona hubo aperturas de exposiciones y un sin número de novedades como lo merece la ocasión, incluyendo la tradicional vuelta a la Ceiba en el sitio fundacional en El Templete.

Los muchos rostros de La Habana pasan por el deteriorado estado constructivo de  instalaciones, a pesar de las  recuperadas, y de las avenidas bien dañadas, el constreñido parque del transporte urbano y  la falta del servicio continuo del agua, a los que se ha sumado en los últimos tiempos la crisis del Sistema Eléctrico Nacional.

Sin embargo, esta es una urbe que se resiste como sus habitantes y que ve renacer el turismo, con énfasis en su parte más añeja, indudablemente de un fuerte atractivo y que reconoció hace varios lustros la propia Unesco.

¿Qué me hizo acudir el 16 de noviembre del 2019 a sus callejuelas, partiendo de Obispo, desde la misma esquina del Floridita?, pues lo mismo que este fin de semana, en que quise  tomarle el pulso in situ a la vida de la localidad en esa zona.

Sales revivificado con el bullicio de sus gentes, la vecindad  del mar y su olor a salitre, que te cala la piel; y te hace volver a retratarte en sus predios y ver a lo lejos El Morro, con la bandera;  y de cerca a La Punta.

Vuelves a admirar el renacer del arbolado y la vistosidad de las farolas del alumbrado público, un toque más para las noches habaneras, que han vuelto a ver el malecón con su otrora movimiento humano.

La Habana tiene un no sé qué. Con sus luces y sus sombras atrae hasta al más desinteresado. Muestra la cadencia de sus muchos habitantes y transeúntes; y la musicalidad habitual de los isleños de estos lares, que llevan el ritmo en el cuerpo y en el oído lo mismo el trinar de un sinsonte desde uno de los árboles de la Plaza de los Capitanes Generales, que las canciones salidas de bocinas, celulares, radios de casas particulares y de recintos artísticos que otra vez abren sus puertas al arte, para el bien de las almas.

Por los 503 se hicieron muchos esfuerzos por mejorar en mil direcciones y ya hay compromisos para el 2023. No se deja de trabajar, no se puede. No hay tiempo que perder. Leal con su ejemplo dejó tras de sí a un equipazo comprometido y capaz. Saben que obras como estas no tienen fin y asegurar el relevo impone la continuidad y mantiene en alta las esperanzas.

Cuba posee lugares muy atractivos- lo confirma esta redactora que ha recorrido su Patria de oeste a este y de norte a sur, incluidas sus cayerías- y, por supuesto la capital está entre ellos; con un destaque especial pues deja huellas en sus residentes y visitantes, a los cuales pregunté el porqué de tal predilección, a pesar del cúmulo de problemas pendientes.

La mayoría no evadió el tema y la mayoría de los argumentos nacieron de sus diálogos.

Prima un sentimiento de fidelidad a lo autóctono. Admitieron que sus costumbres, tradiciones, hábitos, amistades y familiares tienen un lugar importante en sus vidas, que la urbe se ha metido en sus mentes y acunado en sus corazones. Qué más pudiéramos decirle!, me confesaron, y tras despedirme de mis entrevistados al azar estaba feliz.

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