La cultura debe tender puentes, no emboscadas

La cultura debe tender puentes, no emboscadas
Fecha de publicación: 
22 Octubre 2020
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Varios artistas cubanos han recibido ataques en los últimos días por sectores ultraconservadores de Miami. Se ha llegado al punto de elaborar «listas negras» para intentar que se les prohíba la entrada a los Estados Unidos. Su «delito»: hacer arte en Cuba, apoyar una política cultural o, simplemente, no sumarse a las campañas de descrédito contra la Revolución.​

 

La cultura cubana es una sola, y está conformada, entre otros valores identitarios, por las mejores expresiones del arte y la literatura creados por artistas y escritores cubanos, independientemente de su lugar de residencia. 

La política cultural de la nación lo asume así. Es una posición de principios, que no excluye, incluso, las obras de artistas que no simpatizan con el proceso revolucionario cubano. 

Este país no asume su cultura como banderilla oportunista, como cepo, como moneda de cambio en el ámbito político. La cultura, como se entiende aquí, tenderá siempre puentes. Y en la historia reciente de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos hay ejemplos de sobra en ese sentido. 

El año pasado, para no ir más lejos, una amplísima delegación de artistas y agrupaciones cubanos se presentaron en el Kennedy Center, de Washington, en un festival muy exitoso que remarcó la fuerza de la cultura cubana y sus vínculos históricos con lo mejor de la cultura estadounidense y su público.

Ese festival, obviamente, no les complació a ciertos sectores ultraconservadores, que lo consideraron un acto político, aunque allí no se habló, no se cantó, no se danzó nada político. 

Son los sectores que acusan a Cuba de politizar su arte, mientras que les exigen a todos los artistas cubanos que se presentan en los Estados Unidos que se definan políticamente, que ataquen al gobierno cubano y a las instituciones culturales del Estado. 

Son los que lanzan campañas contra artistas que, de una manera u otra, apoyan ese sistema de instituciones que, en definitiva, es puntal del gran entramado artístico y literario de la nación.

Algunos creadores, incluso, creadores de valía, lamentablemente se han plegado a esas presiones. Otros, a los que les asisten talentos bastante limitados, integran un circo falto de escrúpulos, especializado en boicotear. 

La única respuesta, la más digna, es seguir haciendo arte. 

No el arte panfletario que ellos dicen que se hace en Cuba. Arte panfletario (cuesta llamarlo arte), es el que se suele hacer en algunas tribunas de la Florida. 

Hay que venir a Cuba, hay que ver lo que se presenta en los teatros, en las salas de concierto, lo que se exhibe en las galerías, lo que se escribe, lo que se compone, lo que se debate… 

Ese es el arte que Cuba defiende. Y los artistas tienen el derecho de defenderlo también, creando aquí, para los cubanos, y creando para el mundo.

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