Gente tóxica
especiales
Fotografía tomada de https://feralf.com
Un término está de moda hace un tiempo: tóxica. Casi siempre en femenino, este adjetivo se ha popularizado para describir personas que molestan, son autoritarias, en extremo celosas, restan energía, y, en resumen, influyen de manera negativa en nuestras vidas al limitar o intentar nuestro normal desenvolvimiento.
En realidad, lo tóxico es aquello —materia— que envenena, no los seres humanos, no somos radioactivos. Así lo asegura la Real Academia Española. Por tanto, se trata de un vocablo que se ha prostituido como suele suceder a cada rato cuando le otorgamos un significado metafórico a palabras comunes.
¿De dónde viene la expresión y cómo se globalizó? Leí que fue el psicólogo argentino Bernardo Stamateas con su libro best seller Gente tóxica (2010) quien recreó el tema de las personas que nos complican la existencia y cómo tratarlas. Pero en esa fórmula cabe casi cualquiera que cuestione, incluso desde la bondad y la preocupación, tanto como el que se muestre neurótico, agresivo verbal, mentiroso, manipulador, y así, un sinfín de características más que hacen del concepto demasiado abarcador.
No obstante, lo llamativo y en lo que no pensamos al categorizar es que nadie es perfecto, todos asumimos posturas que en algún momento pueden verse como contrapuestas, y eso nos hace de carne y hueso. Depende de muchas condiciones psicológicas que seamos de un modo u otro, a veces positivo o negativo porque tenemos tantas virtudes como defectos.
Por lo general llaman a una persona tóxica e inmediatamente imaginamos que es un poco paranoica, exacerbada, de quien debemos cuidarnos porque es mala. No ofrece matices. Es una concepción pobre, imprecisa, que se emplea en entorno diverso, ya sea laboral o personal, de familia, amigos o pareja. Sin embargo, se concentra mucho más en esta última categoría, según veo, escucho y leo.
De acuerdo con alguna bibliografía que también replica a Stamateas, el comportamiento tóxico es el que pretende controlar, y va mucho más allá. Recalcamos que no está bien llamar así a una persona solo por una oportunidad, porque podemos pecar de superficiales y ambiguos, además de que puede ser muy cruel y, cuando menos, insultar.
Imagen tomada de https://lamenteesmaravillosa.com
Los materiales de autoayuda a veces enfocan de manera rara sus argumentos para subir a toda costa la autoestima o para que el lector afligido salga de su caos emocional bajo todo recurso, así sea culpando a otros.
Los consejos se supone que son para generar bienestar, ofrecer herramientas positivas, conocernos mejor, no obstante, en ocasiones, de frases motivadoras y emotivas pasan a representar procederes como trastornos psicológicos.
¿Cómo puede ser adecuado identificar como tóxico solo porque no nos consciente un actuar determinado? En primer lugar, nadie es de una misma manera todo el tiempo, somos en dependencia del contexto, por tanto, lo que identifican como dañino no debería referirse al individuo, mucho menos a su personalidad, sino al instante, una situación que puede darse diferente con el paso del tiempo o el cambio de entorno.
No podemos ser siempre un mar en calma, a veces somos la mismísima tormenta porque tenemos sangre en las venas, somos caprichosos, nos arrastra la frustración, tenemos sentimientos negativos, y eso es normal, sobre todo cuando creemos que llevamos razón y nos cegamos, o cuando exigimos nuestras demandas no muy amablemente. No quiere decir que sea bueno, pero nos pasa, y con ello vivimos.
En este caso el término es para vagos emocionales sin interés de asumir su parte del conflicto. En ninguna circunstancia está bien etiquetar, existe al menos una probabilidad de que la otra persona tenga alguna responsabilidad en el hecho porque todos tenemos sombras.
Añadir nuevo comentario