Festival Jazz Plaza 2023 en despegue vertical. Iniciadores del género y razones para amarlo

Festival Jazz Plaza 2023 en despegue vertical. Iniciadores del género y razones para amarlo
Fecha de publicación: 
19 Enero 2023
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La programación del Festival Jazz Plaza 2023 promete nuevamente jornadas inolvidables. Ya anda el texto de los eventos por las redes. Talentos del patio, admirados también en buena parte del orbe, se unirán a conocidas figuras de la escena internacional para entregarnos, además de maestría y estilo particulares, esas variables fijas de un género definido por una de las connotaciones más auténticas de la palabra libertad.

El caos, la nostalgia, la melancolía, la sinrazón, la soledad, las ausencias, el desamor, son evocados por cualquier ensamble en su conjunto o agrupado en cuartetos, dúos u otra forma libre de unión momentánea y, a la vez, eterna.

Solos extraordinarios que nos hacen viajar a las reminiscencias de la memoria o a sus dolores más recónditos. Y de súbito, la aparición de la alegría, el baile y el entusiasmo del jazz cubano y la fusión. La descarga jazzística nos toma de la mano para celebrar, como no pueden hacerlo las palabras, el variopinto espectro, la textura, los (sin)sabores y la abundancia emocional de la vida.

Ojalá nos hubiera sido dado el don de ubicuidad, aunque fuera solo para la música. Como ese no es el caso y el programa es impresionante, hay que elegir. He aquí algunos de los espectáculos que, a mi ver, no debíamos perdernos. Para más detalles, por favor, consultar el programa.

Sala Covarrubias del Teatro Nacional

- Domingo 22 / 11 a.m. Flauta sin fronteras
- Lunes 23 / 6 p.m. Homenaje a Martha Valdés
- Miércoles 25 / 6 p.m. Homenaje a Celina González
- Sábado 28 / 6 p.m. Homenaje a El Tosco

Sala Avellaneda del Teatro Nacional

- Domingo 22 / 6 p.m. Los Muñequitos de Matanzas, 70 años después
- Miércoles 25 / 9 p.m. The New York/Cuba Collective
- Sábado 28 / 9 p.m. Cucurucho Valdés
- Domingo 29 / 9 p.m. Roberto Fonseca

Teatro Lázaro Peña

- Viernes 29 / 5 p.m. Gala Cuba Vive

En el patio del Museo de Bellas Artes, Jazz X Art, el sábado 28, con Ted Nash (USA). Más espectáculos en el Centro Cultural Bertolt Brecht, el Teatro América y el Pabellón Cuba, entre otros sitios.

Amor por el jazz

El amor puede ser explosivo y angustioso. Puede ir despacio y caminar firmemente hacia su meta. O puede estar cerca, rodeándonos, y demoremos en reconocerlo. Es lo que me ocurrió a nivel personal con este género. Hasta que me pregunté por qué era el único que no disfrutaba, en mi amplio gusto por la música de calidad. Demoré demasiado en sumarlo. Ahora recupero el tiempo perdido.

El jazz está íntimamente enraizado en el concepto de libertad. Los africanos habían traído a Estados Unidos el sonido de sus tambores, pero los dueños de las plantaciones prohibieron su uso, se dice que por temor a códigos ocultos, a un lenguaje que pudiera hacer peligrar sus propiedades humanas.  

Al no poder usar tambores reales, los músicos afroamericanos conservaron sus ritmos pisando fuerte, dando palmas, bailando juba con giros en contra de las manecillas del reloj, a veces con una pierna levantada. Se golpeaban en las piernas y en las mejillas. A través de la creatividad, encontraron la manera de reconectarse entre ellos y con África.

El ragtime nació de esas fusiones rítmicas con enfoques occidentales de armonía. El jazz surgió con el cruce de varias tradiciones en New Orleans: africana, clásica, cubana, el mismo ragtime, el vodevil y el blues. Todos esos factores crearon una música poderosamente rítmica que se salvó de ser repetitiva por la improvisación.

Se hacía más énfasis en la interpretación que en la composición. Louis Amstrong inauguró la tradición virtuosa del jazz, donde se esperaba el mayor dominio posible sobre el instrumento. Combinó emoción rítmica, sofisticación, confianza y libertad. Así este género se popularizó aún más en occidente, con el apoyo de la industria de grabaciones musicales en expansión.

Duke Ellington, que provenía de clase media, aprendió piano por sí mismo y escuchando a las orquestas. Su inmensa confianza personal lo convirtió en líder. Al compositor y arreglista afroamericano Will Vodery, director musical, le dio a conocer la música de Debussy y Ravel.

A Ellington lo criticaron porque su música no era lo suficientemente negra. Eran mayormente críticos blancos que se enfrentaban al hecho de que Ellington estaba escribiendo música que no podía encasillarse en términos del color de la piel. Su carrera se eclipsó por un tiempo.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, con el mercado del entretenimiento en ampliación, el enfoque de este género musical pasó del instrumental a las voces. Frank Sinatra, profundo admirador del jazz, se convirtió en súper estrella. El jazz continuó evolucionando. Menguó su popularidad, pero la improvisación lo mantenía vivo en los melómanos y en cierto público.

En el apogeo del rock and roll, la banda de Ellington tocaba en el Festival de Jazz de Newport, en un concierto que había decaído. Un impulso lo llevó a improvisar y el espectáculo cobró vida. Ahí hubo un solo épico del saxofonista Paul Gonsalves. La carrera de Ellington volvió a despegar desde ese día.

John Coltrane comenzó en una orquesta bailable. Estudió por su cuenta teoría de la música y tocó con mentores de la talla de Miles Davis y Thelonious Monk, absorbiendo estilos y pasando a través de ellos. Su obra maestra fue A Love Supreme, de 1964. Pero optó por un tipo de jazz emocional mucho antes de morir, en 1967, con solo 40 años. Toda su carrera tomó el estandarte de «el bien que pueda hacer», en una búsqueda constante, con la improvisación como centro.

El jazz absorbió el rock, el funk, el hip hop y el pop, para molestia de ciertos puristas. Su enorme legado, además de ser excelente música, es la actitud hacia la improvisación donde los músicos se plantean metas más difíciles, tempos más rápidos, armonías complejas, irregularidades, y buscan cumplirlo todo con elegancia.

Improvisar es, además de una gran expresión de talento, una indagación. Y la seguridad de lo que el músico va a hacer un instante después, rodeado de libertad. Como si al tocar su instrumento evocara aquella prohibición a los esclavos y respondiera en notas musicales: «¿No quieres el sonido de mis tambores? Pues ya encontré la forma de que suenen, a pesar de ti».  

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