El fallo del Supremo estadounidense: tres amargas tazas de caldo para Biden

El fallo del Supremo estadounidense: tres amargas tazas de caldo para Biden
Fecha de publicación: 
24 Junio 2022
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Foto: EFE

El sentido común parece ser cada vez menos común en Estados Unidos. Al menos, así lo evidencia el más reciente fallo del Tribunal Supremo de ese país, mayoritariamente conservador, que el pasado jueves anuló una ley del estado de Nueva York que databa de 1911 y prohibía llevar armas de fuego en público.

La añeja ley neoyorquina exigía a quienes llevaran armas en público tener una licencia para hacerlo o demostrar que tenían necesidad de hacerlo en defensa propia.

Esta decisión del Supremo tiene un alcance significativo porque evitará, a partir de ahora, que los estados limiten desde sus propias normativas el derecho a portar armas de sus pobladores, y podría tener implicaciones, estiman expertos, en otros siete estados donde existen disposiciones similares a la que imperaba en Nueva York: California, Delaware, Hawái, Maryland, Massachusetts, Nueva Jersey y Rhode Island.

Todavía permanece en esa nación el luto a flor de piel por el reciente asesinato a tiros de 19 niños y dos profesoras perpetrado por un joven de 18 años, mientras, junto con el duelo, también alcanza altas cotas el debate nacional en torno a la posesión de armas y la violencia armada, que en Nueva York se marca en círculo rojo.

Y es precisamente en esa caldeada atmósfera que tiene lugar tan controvertida decisión, que contó con una votación de seis jueces a favor y tres en contra. Aquellos que dieron su voto de aceptación argumentaron que la ley en ese estado era «demasiado restrictiva», y contravenía la Segunda Enmienda de la Constitución sobre armas de fuego.

Al ofrecer sus conclusiones, el conservador juez Clarence Thomas arguyó que dicha Segunda Enmienda sobre el derecho a tener y portar armas no distinguía entre hogar y espacio público. 

De ahí que, a partir de ahora, y de acuerdo con lo dictado por el Tribunal Supremo, cualquier neoyorquino podrá verse llevando un rifle de asalto al hombro como quien lleva su maletín de trabajo, y ello, supuestamente, en nombre de los derechos suscritos por la Segunda Enmienda.

Las reacciones a lo interno del país no se hicieron esperar. La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, consideró «indignante» e «imprudente» el fallo del Supremo, en tanto el senador Richard Blumenthal, exfiscal general de Connecticut y pieza decisiva en el ajedrez de las negociaciones bipartidistas sobre violencia armada, lo calificó como «profundamente destructivo».

El alcalde de la ciudad de Nueva York, Eric Adams, también criticó la decisión de la Corte, y afirmó que el fallo pone a los neoyorquinos «en mayor riesgo de violencia armada». 

Biden, quien ya acumula empeños en contra de la violencia armada en su país, y ha impulsado, entre otros, el mencionado proyecto de ley bipartidista para la reforma de armas, quedó como aquel al que no quiere caldo y le dan tres tazas, según el viejo refrán. Declaró haberse sentido «profundamente decepcionado» con esta última decisión. Y sí que tiene motivos para estarlo, sobre todo por la escasa influencia que parece ejercer en el presente, según indica este nefasto resultado.

El hombre de la Casa Blanca señaló que dicha sentencia «contradice tanto el sentido común como la Constitución, y debería molestarnos a todos profundamente». Dijo que el nuevo fallo socava la «autoridad largamente establecida del Estado para proteger a sus ciudadanos», los mismos que convocó a hacer oír sus voces porque «hay vidas en juego». 

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