Eduardo Galeano: ochenta años

Eduardo Galeano: ochenta años
Fecha de publicación: 
3 Septiembre 2020
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En las paredes de Casa de las Américas está la letra menuda de Eduardo Galeano: unos trazos rápidos, como de quien tiene apuro por vivir la vida, con los que el gran escritor uruguayo habla de la singular experiencia de habitar un espacio acogedor para tantos artistas del continente.

Esa fue, en Cuba, la casa de Galeano. Una y otra vez regresó, incluso después de distanciamientos y desencuentros puntuales. Regresaba porque la sabía suya, porque aquí estaban tantos amigos de los años, porque ahí se reunían —convocados por sus historias hermosas y raigales— legiones de lectores... y lo principal: por el llamado de la sangre.

Por las venas de Eduardo Galeano corría el torrente insatisfecho, castigado y rebelde de estos pueblos.

Con textos cortos y vivaces, poéticos y estremecedores, Galeano contó la otra historia de nuestra América. La de las leyendas y los despojos, la de la gente que vive bien cerca de la tierra y la de los que sueñan el cielo sobre las cumbres. Había que escucharlo en aquellas lecturas, con su voz pausada pletórica de intenciones.

Verdades que se presentaban como maravillosas fabulaciones, pequeños sucesos que devenían parábolas del tiempo que nos tocó vivir.

Pero no hablemos en pasado... Galeano sigue contándonos el continente. En crónicas, en relatos, en ensayos meridianos, en artículos urgentes, en conferencias y conversaciones menos formales. Lo sigue haciendo aunque esté muerto, porque siempre habló de lo eterno, de las esencias mismas de una cultura. Habla en presente.

Hace ochenta años nació Eduardo Galeano, referente indiscutible de la izquierda latinoamericana. En Cuba es evidente su estela. Sus libros se publican y se agotan. Y todos los días le nacen lectores. Privilegio de los grandes.

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