DE LA HISTORIA DEPORTIVA: Tokío 1964, Anton Geesik le agua la fiesta a los japoneses

El judo llegó por primera vez a las citas olímpicas en Tokio 1964. Los representantes de la sede se pusieron las bo..., digo, los kimonos: dispuestos a arrasar en su disciplina preferida, entrenaron y presentaron un conjunto magnífico.

Jajime

En la final de los 73 kilogramos se enfrentan el suizo Eric Hanni con el nipón Takehide Nakatani. Tiene calidad el europeo, se lanza y ni hablar: ha chocado con una muralla. Termina en el sitio plateado. El doblete de la URSS lo más que puede hacer es broncear sus sueños: Oleg Stepanov y Aron Bogulovov.

Le toca el turno a los 90: orondo anda sobre el tatami el forzudo germano Wolfgang Hoffman. Disputa el cetro con Isao Okano que lo ipponea sabroso. Hacia el combate en la categoría máxima: ninguno puede con Isao Inokuma, potente, resistente, técnico, ágil. Y eso que los soviéticos enviaron a dos buenos contendientes: Anzor Kiknadse y Parnaoz Chikwiladze, tienen que conformarse con sendas preseas de bronce. Competidor plateado: el canadiense Alfred Rogers.

Queda por definir la categoría libre: A la pelea decisiva arriba el holandés Anthonius Johannes Geesik, el primero no japonés ganador de un título del mundo en este arte marcial cuando se impuso el torneo de 1961. Y el europeo le agua la fiesta a la sede de los XVIII Juegos cuando doblega a Akio Kaminaga. Hay duelo nacional en Japón a pesar de sus tantas victorias; de suma importancia la alcanzada por la calidad organizativa del certamen. Holanda recibe al as como un héroe nacional.

Se debe hablar de otro dolor

Larisa Latynina arribó a la capital nipona con un ensueño altísimo: convertirse en la única gimnasta conquistadora de tres victorias como máxima acumuladora. No es quimera, condiciones posee para lograrlo. En su debut en Melbourne 1956 y en Roma 1960 ninguna pudo aventajarla en el llamado también all around; y eso que en la ciudad italiana actuó con más de un mes de embarazo, sin saberlo, pero sufriendo algún malestar.

En la prueba artística sobre el piso vuelve a ser invencible y consigue su tercera corona. Repite la hazaña como integrante del mejor equipo. Mas está la joven Vera Caslavská brillando con luz propia. Y la juventud es... ¡la juventud! La checoslovaca envía a la soviética al segundo puesto 77. 56 por 76. 99 y se impone en saltos al caballo y viga de equilibrio. Cuatro años después, en la lid de México, Vera será de nuevo la número uno en este deporte.

Larisa no es solo una de las más brillantes gimnastas de todos los tiempos: es la mujer más galardonada en la mana justa con 9 doradas, 4 de plata y 5 terceros, y solo por debajo de Phelps entre todos los olímpicos. No obstante, el ensueño de la gran atleta se derrumbó en Tokio 1964. Siempre en la otra cara de la moneda de un triunfo deportivo estremece el dolor de los vencidos, y ni siquiera escapan los subcampeones.