CRÓNICAS BIEN CORTAS: Teresita entrevistadora

CRÓNICAS BIEN CORTAS: Teresita entrevistadora
Fecha de publicación: 
20 Diciembre 2020
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Teresita Fernández, esa cantautora excepcional, cumpliría este domingo 90 años. Ella dejó un cancionero hermoso, que ha sido y sigue siendo parte esencial de la banda sonora de varias generaciones de cubanos. Fue una artista de altísimo vuelo, pero nunca la fama se le fue a la cabeza. Su sencillez decidida (en la que algunos quisieron ver mucho de obstinación) la mantuvo alejada de los oropeles. Se complacía con las pequeñas cosas de la vida: una flor silvestre, el trino de un ave, la risa de un niño, un acorde de guitarra...

Un día visité a Teresita Fernández en su apartamento del edificio de Infanta y Manglar. Fui con un pequeño encargo periodístico, a recoger su declaración ante un suceso puntual. Pero ella, ese día, no quería dar entrevistas. «Hoy me siento menos estrella que nunca. No quiero aparecer en el periódico». No quise insistir, sabía de su carácter. Ya me despedía, pero me detuvo: «No tienes que irte todavía, podemos conversar un poquito, con la grabadora apagada». Y estuvimos media hora hablando de lo humano y lo divino. Hablé más yo que ella, porque ella quería escucharme; me preguntaba, yo le respondía, y cuando quería preguntarle yo, me interrumpía: «No, hoy la periodista soy yo».

Al final me prometió que me iba a dar una larga entrevista. «Llámame por teléfono y nos ponemos de acuerdo. Pero no me preguntes lo que me preguntan siempre. Yo no soy solo la mujer que escribió El gatico Vinagrito». Me fui con la certeza de que regresaría, pero nunca regresé. No hubo tiempo, no hubo ocasión. Ella se fue antes. No sé si como quiso. Me había dicho en nuestro único encuentro: «Yo me quiero morir con la delicadeza de un suspiro».

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