Chori, el showman cubano, toda una leyenda (+ Video)

Chori, el showman cubano, toda una leyenda (+ Video)
Fecha de publicación: 
30 Octubre 2022
0
Imagen principal: 

Para un hombre como El Chori que conoció los abismos donde el amor suele perderse si un corazón amante no logra rescatarlo, la música fue su mayor refugio. Ángel perdido en la tierra, recreando los sonidos de aquellas botellas de mil colores, cazuelas golpeadas o pedazos de inservibles chasis o quizás y, por qué no, pobre diablo escondiendo su tristeza en las resonancias de un timbal que no parecía callar nunca; así aquel negro de figura bamboleante vivía la intensa atmósfera de la Playa de Marianao con sus puestos de fritangas, los bares y clubes en noches salitreras.

La prensa de la época intentó reconstruir la vida de aquel santiaguero nombrado Silvano Shueg nacido en 1900. Varios periodistas escribieron crónicas sobre él. Notables fotógrafos como Chinolope y Ernesto Fernández, entre otros, lo captaron en imágenes de gran valor documental. En cuanto a Drew Pearson en The New York Times, expresó que quien visitara La Habana no podía dejar de ver al Chori y su espectáculo; claro, que Pearson más que describir la autenticidad del artista lo destacaba como una extravagancia de nuestro panorama musical.

Lo cierto es que El Chori conoció a mucha gente y mucha gente quiso conocerlo, mas nunca nadie en realidad pudo penetrar en su alma, en esos ojos nostálgicos, en esos labios gruesos que le hacían señas burlonas al mundo.

Trabajó en El Ranchito con Sabino Peñalver, contrabajista del Conjunto de Félix Chappottín; luego, los cabaretuchos Pensylvania, El Niche, El Paraíso, la Taberna de Pedro, Mi  bohío... por todos ellos estuvo hasta que ancló como viejo barco escorado en Los Tres Hermanos. Hasta allí acudían curiosos los parroquianos para ver su chou, tan único como él.

Y fue tal su sabiduría popular que llegó a convertirse en maestro del arte publicitario. Llegaron a llamarlo el Rey del Grafiti, pues con solo una tiza grababa su nombre en paredes y puertas de la ciudad y si hubiera podido lo pintaba en el mar, sin temor de que las olas lo borraran. Así era él de soñador y poeta.

Todas las celebridades que pasaban por La Habana acudían a verlo. Y, ¿acaso él no era también una celebridad? Lo aplaudieron María Félix, Agustín Lara, Toña la Negra, Ava Gardner, Silvana Mangano, el poeta Langston Hughes, los escritores Ernest Hemingway y Tenesse Williams, la fabulosa Josephine Baker, la declamadora Berta Singerman... En su estancia habanera, sucumbió a su encanto Federico García Lorca. Conmovido ante la actuación del Chori, el actor estadounidense Spencer Tracy lo calificó de genio. Se fascinaron con su actuación los músicos George Gershwin y Tito Puente. El notorio Errol Flynn, lo hizo aparecer en La pandilla del soborno, aunque ya el celuloide había recogido su imagen en Un extraño en la escalera, filme del realizador argentino Tulio Demiceli.

La mayor sorpresa la tuvo Marlon Brando cuando visitó La Habana. Se metió en los cabarets de Marianao, para conocer principalmente al Chori. El norteamericano no solo se sorprendió de sus ejecuciones, sino de su “sutil comicidad”. Una anécdota asegura que el actor, amante de las congas, las tocó de tú a tú con Chori y hay hasta quien afirma que el rebelde artista de Hollywood no dudó en invitarlo a la Meca del Cine, proposición que luego de pensarlo dos veces el percusionista cubano rechazó. Y claro que Chori tuvo imitadores aquí en su suelo y en el extranjero. Uno de sus admiradores Cab Calloway no tardó en amplificar el grito del pailero en sus presentaciones.

Marcelino Teherán, quien vivió en Estados Unidos, donde fue tamborero de la famosa pareja de rumberos de Estela y René, cuando regresó a La Habana, trabajó en el club El Niche; allí, no solo tocaba para una bailarina conocida como Yimba, sino que sostenía fraternales guerras con Chori, para ganar la corona de Rey del Timbal. Nunca la pudo obtener.

Chori, además, tenía una gracia especial para componer rumbas, las más sabrosas nacían al calor de sus apariciones. Solo registró los sones Hallaca de maíz y La choricera.

Llegó a realizar actuaciones en el cabaret Sans Souci con Miguelito Valdés, Mister Babalú. El cómico mexicano Alfonso Arau lo tuvo como invitado especial de su programa el Show de Arau, en la TV cubana.

El director Santiago Álvarez le dedicó una de las primeras ediciones del Noticiero ICAIC. Como integrante de la agrupación Los Tutankamen, Chori está presente en el cortometraje  La herrería de Sirique, de Héctor Veitía, Figura en el polémico documental PM, de Orlando Jiménez y Sabá Cabrera, que rescata sus brillantes actuaciones. Ahí está en el celuloide, el hombre que a su manera forjó su propia estética.

Por una ley en 1963 desaparecieron los pequeños cabarets, donde trabajó el famoso showman santiaguero. Duro golpe para el artista... ¿Qué hacer? ¿A dónde ir?... Por un tiempo tocó con Los Tutankamen en la Peña de Sirique. Luego, fue languideciendo en su mísero cuartucho de un solar en la calle Egido 723. Lo que más añoraba era la música que  internacionalmente le dio fama. Solo y abandonado, Chori sintió alivio cuando le llegó la muerte un día cualquiera de 1974. A las puertas del cielo, miró a Dios e intentó una sonrisa, pero la amargura le subió a los gruesos labios en una dolorosa y definitiva mueca.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.