¿Atenta aún Estados Unidos contra Cuba?
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Es extremadamente difícil encontrar un cubano que justifique o haya estado de acuerdo con el ultraje a la figura del Héroe Nacional.
Desde los primeros momentos posteriores a la huida de Fulgencio Batista en la primera madrugada de 1959, pudieran colectarse elementos para conformar un inventario histórico de acciones violentas organizadas desde Estados Unidos contra Cuba.
La invasión por Bahía de Cochinos en abril de 1961 tempranamente entraría al cómputo. La Operación Pluto, como se le conoció durante la preparación, pretendió encontrar legitimidad en el argumento de la lucha contra la expansión del comunismo en la región. En realidad fue una tentativa bélica de derrocar al gobierno establecido tras la derrota de la tiranía batistiana.
La invasión por Bahía de Cochinos, en la costa sur de Cuba, pretendía establecer un “gobierno provisional” que pediría formalmente la intervención militar de Estados Unidos. Durante la batalla, fuerzas regulares norteamericanas permanecieron muy cerca de las costas cubanas en apoyo a los invasores.
Dicho intento, si bien tuvo como cara visible a exiliados cubanos, fue organizado por la CIA y era del conocimiento del presidente John F. Kennedy, quien había heredado el proyecto de invasión de su antecesor, Dwight D. Eisenhower.
Pasaron los años. El poder revolucionario se hacía cada vez más firme, pero continuaron los ataques siniestros contra objetivos cubanos. Sabotajes, intentos de atentados, muerte de civiles inocentes, introducción de patógenos perniciosos para la economía y la población, entre otras operaciones violentas, se sumaron a la lista de acciones ejecutadas por organizaciones asentadas en Florida y por instituciones o dependencias federales.
Luis Clemente Faustino Posada Carriles (1928-2018) fue un agente de la CIA tristemente célebre por sus actividades terroristas contra Cuba. Entre otros crímenes, estuvo implicado en 1976 en la voladura de un avión de Cubana de Aviación que trasportaba personal civil de regreso a la Isla.
Con el tiempo, nombres tristemente célebres como Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila se convirtieron en sinónimos de terrorismo. Para 1999 una Demanda del Pueblo de Cuba responsabilizaba al gobierno de Estados Unidos por la muerte de 3 478 cubanos y la incapacitación de otros 2 099.
Lo dicho hasta aquí podría parecer parte de la historia. Sin embargo, sucede que, sin dejar de serlo, es, al mismo tiempo, parte de la realidad actual. Con mayor o menor repercusión, en estos días “combatir a la dictadura castrista”, “impedir el avance del comunismo en el hemisferio” o “luchar a favor de la libertad de Cuba”, continúan siendo pretextos para que elementos extremistas de la emigración cubana promuevan la desestabilización del socialismo, por conducto de acciones violentas.
A finales de febrero La Voz de la Oposición, uno de los programas de Radio Martí, fue dedicado, entre otras cosas, a apoyar las prácticas de agravio contra los bustos de José Martí, ocurridas a principios de este año. Esas acciones fueron inicialmente revindicadas por un supuesto grupo de oposición; pocos días después las autoridades cubanas demostraron que se trataba de actos cometidos, bajo pagos, por individuos aislados.
Los cubanos Panter Rodríguez y Yoel Prieto fueron detenidos por las autoridades en enero pasado tras cometer actos de vandalismo contra bustos de José Martí en la capital. Sus acciones aisladas, financiadas y promocionadas desde Estados Unidos, estaban dirigidas a crear la tesis de que un movimiento de oposición había surgido en la Isla.
Es extremadamente difícil encontrar un cubano que justifique o haya estado de acuerdo con el ultraje a la figura del Héroe Nacional. No obstante, en esa emisión de Radio Martí, los participantes del programa concedieron su aval. También dieron apoyo a “cualquier hecho de rebeldía”, “a cualquier tipo de hecho que enfrente directamente a la dictadura”; inclúyanse las agresiones a instituciones del orden público.
¿Pero cuál iba a ser, si no, la proyección de un programa que tiene entre sus conductores a un terrorista: Santiago Álvarez Fernández-Magriñá? Este sujeto de 78 años (miembro de la Brigada 2506 durante la invasión por Bahía de Cochinos, vinculado a organizaciones paramilitares contrarias al gobierno cubano, cómplice de Luis Posada Carriles…), a las alturas del 2020 todavía apuesta por la violencia como vía para un “cambio de régimen” en la Isla.
Al igual que a otros de su tendencia violenta, Radio y TV Martí les sirve ordinariamente como tribuna mediática para lanzar sus arengas contra el gobierno de La Habana. Vale apuntar que esa plataforma comunicacional tiene como centro matriz a la Agencia de Estados Unidos para los Medios Globales; o sea, pertenece a una entidad federal.
Es decir, seis décadas después, el gobierno de Estados Unidos continúa siendo la fuente de la que se alimenta el ecosistema anticubano. La Isla, no sin tempestades, mantiene sus banderas izadas en el Caribe.
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