Añoranza por la escuela

Me lo dijo mi niña más pequeña: extraña a sus amiguitos de la escuela y el ambiente en su primaria.

Sé que no es un caso aislado. Si bien no es la mayoría, sí hay niños que ya a estas alturas de aislamiento social prefieren ir a la escuela y sentir un poco más de libertad, fuera de las cuatro paredes de la casa.

Los padres hacemos lo indecible. Bueno, aquellos que no tienen que seguir con sus labores o trabajar desde la casa tienen más tiempo, pero todos nos esforzamos para hacerles esta especie de encierro un poco más llevadero, pero el tiempo pasa y llega el aburrimiento.

El hábito más saludable es el de la lectura, pero está muy poco arraigado entre los pequeños nuestros, y la opción más utilizada son los video juegos, ya sea en una computadora, celular o tablet.

Pero incluso esta modalidad llega a aburrir, y entonces exige de nosotros el máximo de imaginación.

Los juegos de mesa son otra buena modalidad, y algunos son bastante instructivos incluso. Lo que pasa es que ya cuando durante varios días apelas a ellos, también cansan.

En casa he tenido que “desempolvar” juegos de mi época infantil como La gallinita ciega o Los escondidos, con el riesgo que esto supone para cualquier tipo de adorno hogareño.

Curiosamente han sido esos los momentos más disfrutados por mis niñas, quizás por lo poco habitual de su práctica, pero eso demuestra que esos juegos no envejecen.

Es que la interacción humana no tiene comparación, por mucho de perfección que tengan los video juegos. Apenas simulando una narración deportiva es divertido para ellas algo repetido con el paso de los días.

Nosotros como adultos tenemos que devanarnos los sesos para mantener a nuestros pequeños ocupados de cualquier manera. Solamente con la ayuda nuestra ellos pueden sobrellevar este confinamiento, hasta el día (feliz ahora para muchos niños y padres) en que puedan volver a la escuela.