Amilcar Salatti: Contar historias desde la sinceridad

Amilcar Salatti: Contar historias desde la sinceridad
Fecha de publicación: 
7 Febrero 2021
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Sin dudas, Amilcar Salatti ha sido de los guionistas de «mejor puntería» de los últimos años en la Televisión Cubana. Ahora mismo, volvemos a disfrutar la telenovela Latidos compartidos; tenemos bien fresquita su Entrega, pero tampoco olvidamos los capítulos de UNO, el policiaco que nos dio por la vena del gusto a los espectadores y también a él:

«Si pudiera, haría todo el tiempo policiacos; me gusta mucho el thriller, pero realmente yo me siento cómodo escribiendo. Ahora estoy intentando con esta comedia que te hablé, pero realmente, si la historia me emociona, si la historia me interesa, yo me meto ahí y lo hago lo mejor posible».

Pues sí, me habló de una comedia que me ha dejado con muchas expectativas, pero dejemos que él mismo nos cuente: 

La serie se llama Al habla los muertos; están los personajes de Indira y Miguelito, de Latidos compartidos, que son Ray Cruz y Yaremis Pérez. Yo los saqué de ahí y escribí esta serie donde ellos son los protagonistas, es una sitcom (comedia de situaciones), la está dirigiendo Albertico Luberta y bueno... estoy con los dedos cruzados para ver si funciona. Yo le tengo fe, la verdad, no te puedo decir otra cosa.

Sí, por supuesto, también yo, es que se lo han ganado tanto el guionista como el director y el elenco fijo que completan Yailin Copola y Jorge Enrique Caballero, sin hablar de las sorpresas que nos esperan con los personajes que entran y salen durante doce capítulos.

Es la primera serie humorística que escribe, así, de principio a fin: «Sí, tenía pinceladas de humor dentro de mis cosas, pero decir “voy a hacer reír”, así, a conciencia, es la primera vez».

En honor a la verdad, a la serie llegamos por otro camino. Le pregunté a Amilcar si mientras crea un personaje y escribe sus textos, piensa en los actores que podrían encarnarlos. Me dice que no; salvo en Al habla con los muertos, nunca se pone a pensar en actores:

«Algunos directores me preguntan: ¿pensaste en alguien? Y me comentan: mira, estoy pensando en este, en aquel, y les digo: me parece bien, me parece mal; eso es con algunos directores con los que ya tengo un trabajo más cercano, pero, generalmente, yo trato de no pensar en actores para después no desencantarme, porque como quiera que sea, uno conoce muchos actores y dice: esto le quedaría bien a fulano, a mengano…»

¿Crees que sería bueno involucrar más al guionista en esos procesos? (Le tiro una de esas preguntas de las que ya conoces la respuesta corta, pero te gustaría que otros, no solo tú, escucharan la respuesta larga).

«Yo creo que sí, yo creo que en ese proceso tenemos mucho desligue con el guionista; los directores asumen la obra y se olvidan del guionista, y muchas veces yo creo que cometen errores en el casting, y un error en el casting es un error que pesa después en el resultado final. Yo no creo que lo decida el guionista, porque al final esa es una decisión del director, pero sí debe haber un intercambio. Pienso que, en general, la mayoría de los directores se alejan mucho de los guionistas ya en el proceso de producción y me parece que es un error».

Quizás, hasta como un paso más para acercarnos a la televisión que se hace el mundo —le comento—, y sí, coincidimos: 

«Realmente, ahora mismo en el mundo los guionistas son el pollo del arroz con pollo, finalmente, después de tantos años, y yo creo que sí, que eso debe llegar, el momento de hacerlo, porque yo mismo he visto proyectos míos que por errores de casting se han quedado a la mitad de lo que pudieron haber sido. El intercambio entre director y guionista no puede cerrar cuando yo te entrego los guiones; tú te los lees, me dijiste: córtame los capítulos, que están un poco largos, y voy a quitar tres escenas; no, es sentarnos a hablar de la parte creativa, conversar sobre los actores, el tono de la historia, porque el guionista también tiene su mirada y los directores, a veces, trastocan esa mirada».

La verdad que entrevistar de este modo, en una guagua en movimiento, sin prepararte antes porque, en la vida real, viniste a hablar de otra cosa, tiene sus riesgos, pero también sus encantos. Por ejemplo, puedes aprovechar cada palabra del entrevistado sin preocuparte por la escaleta que traías lista. Ahora mismo, con esto de la mirada, yo pregunto: ¿Y cómo le haces para mirar justo donde hace falta? 

El hombre saca toda su modestia (sincera modestia) y me dice: «he tenido suerte». Pero de eso nada, tiene que haber mucho más que suerte detrás de historias que han logrado dialogar con éxito con públicos tan diversos, entretener y también educar. ¿Cuál es el secreto?

«Yo realmente vivo muy pendiente de la calle y de los problemas de la gente. Como dice el chiste, vengo de una familia humilde, trato

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