Abel Prieto sobre el Foro de Sao Paulo: Ex ministro de Cultura de Cuba revela inconvenientes de la izquierda (II)
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A 30 años de creación del Foro de Sao Paulo, el presidente de Casa de las Américas, Abel Prieto Jiménez, reflexiona entorno a cuál debe ser el desempeño de los intelectuales de América Latina y el Caribe como parte de las fuerzas progresistas de la región.
En tiempos en que la derecha ha reconquistado el poder político en varios países del hemisferio, Abel Prieto, quien fue ministro de Cultura de Cuba en dos ocasiones, llama la atención sobre los desafíos de la guerra cultural para los grupos que enfrentan la hegemonía del neoliberalismo.
¿Cuál debe ser el rol de la intelectualidad revolucionaria del Foro de Sao Paulo en la batalla cultural?
Hay que armar lo que se logró en Cuba, que fue un vínculo muy estrecho entre la vanguardia intelectual y artística y la vanguardia política. Eso se logró en Cuba desde aquellas célebres palabras a los intelectuales de Fidel en el año 1961. Yo creo que se mantiene hoy. Tenemos a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, organización de vanguardia en el campo estético, intelectual, creativo y, al mismo tiempo, en el campo de las ideas e indisolublemente ligada a la vanguardia política.
Eso tendríamos que trabajar a nivel continental. Es importantísimo. No se puede caer en el error de pensar que la cultura es algo colateral, algo que tiene que ver con la recreación, el momento musical -como se dice-. No: la cultura no es el momento musical ni es la parte recreativa de un acto, de un encuentro. La cultura tiene que ser orgánicamente parte de la espina dorsal de cualquier debate serio sobre el futuro del mundo.
Eso es una tarea importantísima que ha sido, cada vez más, una prioridad para el Foro de Sao Paulo. Me parece fundamental que todos estos procesos estén sometidos a una evaluación rigurosa desde el punto cultural. Porque lo cultural va más allá de lo coyuntural político. Una cosa es lo coyuntural político y otra, lo cultural. Lo que lograron Fidel, Raúl, la Generación del Centenario, las fuerzas revolucionarias que derrocaron al batistato, fue precisamente ir sembrando otra cultura.
Cuba había sido sometida en los años 50 a la influencia del macarthismo; a la influencia del anticomunismo que nos venía de los yanquis en las revistas y programas de televisión; a toda aquella gran demonización de la Unión Soviética, del bloque socialista. Había mucho anticomunismo sembrado en este país. Y de pronto, cuando Fidel convoca a la gente a luchar en vísperas de la invasión a Playa Girón, los convoca por el socialismo.
En unos pocos meses Fidel logró, haciendo cosas concretas, que la gente viera que era posible la igualdad social, la democracia real participativa, luchar contra los monopolios, contra el latifundismo, repartir la tierra... La gente empezó a ver que todo eso era posible. Cuando Fidel habló de una revolución socialista -que estábamos haciendo en las narices del imperio- y que había que defenderla, la gente fue a defenderla y a arriesgar su vida por ideas que en otro momento quizás hubieran parecido diabólicas, a partir del aparato mediático, sobretodo yanqui, pero de Occidente en general.
La batalla cultural en Cuba fue encabezada por Fidel. Fue decisiva. Después, cuando se derrumbó aquel llamado socialismo real en Europa del Este y se desintegró la Unión Soviética, de pronto nos quedamos solos en un mundo donde parecía que iba a reinar el mercado como el gran monarca. Lo asociaban a la libertad. Toda esa demagogia de aquellos años, principios de los 90, fue terrible. Y Cuba en soledad, acorralada.
Ahí Fidel movilizó esas fuerzas culturales, esas fuerzas de la resistencia cubana, como lo está haciendo ahora el presidente Díaz-Canel en medio de estas circunstancias, que está movilizando las fuerzas de la resistencia ideológica y política.
Eso ha sido vital para la supervivencia de Cuba. Ha sido absolutamente vital. Lo ha sido también para Venezuela. El comandante Chávez logró también una extraordinaria influencia en términos ideológicos y culturales sobre el pueblo venezolano, que había sido sometido a todas las campañas mediáticas y lo está siendo todavía.
Es muy importante que el Foro de Sao Paulo, como lo ha estado haciendo, siga dándole prioridad a esta guerra cultural, que es una guerra simbólica también.
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