DE LA TELEVISIÓN: Entre aciertos y polémicas, el Guzmán

DE LA TELEVISIÓN: Entre aciertos y polémicas, el Guzmán
Fecha de publicación: 
15 Octubre 2019
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No vamos a cuestionar la decisión del jurado, mucho menos la del público que otorgó su premio; en arte, toda competencia genera polémica, todo galardón podría ser sometido a escrutinio.

El jurado del Concurso de composición e interpretación Adolfo Guzmán hizo su trabajo.

De cualquier forma (y aunque esto parezca un lugar común) el mero hecho de estar en la final ya es un premio para esos autores e intérpretes. Y en el camino se quedaron otros con merecimientos.

Son las reglas de la competición (de esta en específico): uno comulga con ellas o no, pero son las reglas.

El mero hecho de que se les ofreciera a los participantes la oportunidad de mostrar sus credenciales ya es una gran ganancia. Todo espacio que se conquiste para la canción cubana es plausible.

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Ese ha sido, en definitiva, la mayor virtud de esta entrega. Millones de cubanos estuvieron al tanto del programa. Puede que les gustara más; puede que les gustara menos: pero lo siguieron.

La calidad de las canciones en concurso, como era de esperar, fue desigual. No compartimos el entusiasmo del jurado cuando afirmaba que “todas” eran grandes canciones.

De hecho, nos parece que no hubo ninguna “gran” canción (asumiendo, por supuesto, que es un planteamiento muy subjetivo). Pero entre las que pasaron el primer corte hay propuestas interesantes, bien concebidas, “empáticas”…

Se impone, no obstante, un llamado a algunos creadores: la metáfora tiene una lógica, no se trata de encadenar frases que “suenen” bonitas sin que se les pueda encontrar un sentido.

Siempre será preferible la sencillez al abigarramiento estéril.

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Lo más problemático de este Guzmán ha sido su estructura. Ciertamente, este regreso ha marcado un punto y aparte: se cambiaron las pautas del juego.

Los nostálgicos, con todo el derecho del mundo, ha protestado ante la decisión de “volcar” un concurso con tanta historia en los moldes de un concurso de talentos más o menos convencional.

Hay quien piensa, incluso, que ha sido una traición a las esencias de un certamen histórico.

Nosotros creemos que las esencias están intactas: se sigue honrando la canción cubana, en sus disímiles facetas, en muchas de sus épocas y estilos.

E insistimos: el formato no es el quid de asunto, por más que el actual se parezca a muchos programas de la televisión extranjera o a otras propuestas recientes de la Televisión Cubana y la productora RTV Comercial.

La cuestión es la manera en que se concreta ese formato. Y aquí hubo aciertos y desaciertos.

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Un acierto: la composición del jurado, donde hubo cantantes, compositores, productores y una musicóloga. Puede que algunos televidentes no estuvieran conformes con la manera de comentar y decidir, pero todos los que comentaron y decidieron están respaldados por una obra y un prestigio.

Un desacierto: la manera de evaluar, sobre todo en la primera etapa. Esa puntuación a golpe de promedios, con eliminados y “zonas de peligro”, parece más deportiva que artística (aunque, ciertamente, resulte emotiva y espectacular), y deja espacios a la injusticia.

Con ese esquema es posible que se quede en el camino una obra con más merecimientos que otra, por la “fatalidad” de estar ubicada en un grupo más contundente.

Todos contra todos, debió haber sido el camino.

El jurado tuvo que explicar una y otra vez la “lógica” de la competencia, qué iban a evaluar en la segunda etapa… para justificar la propia existencia de esa segunda fase.

Cuando las reglas son diáfanas (y se explicitan desde el principio) no hacen falta muchas explicaciones.

En cuanto a la puesta en pantalla se puede decir lo que hemos dicho de todos los concursos de RTV Comercial: estuvo muy por encima de la media de la Televisión Cubana.

No fue la más brillante de las que hemos visto, pero hubo profesionalidad y buen gusto en casi todos los acápites.

Un punto débil: nos resultó innecesaria la inclusión de coreografías en los momentos musicales, salvo en el tema de Adolfo Guzmán que cantó cada noche la anfitriona para presentar el programa.

La canción, cuando se televisa bien, no necesita de apoyaturas.

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Y hablando de la presentadora: Luna Manzanares demostró que tiene la capacidad, el talento, el buen gusto y el carisma que hacen falta para centrar un buen espectáculo televisivo.

Una recomendación: sería bueno mantener a toda costa la imparcialidad. Fueron notables las simpatías con algunas canciones e intérpretes. La conductora no debería “emular” con el jurado.

Otra de las protagonistas del programa, la Banda, no tuvo suficientes cuotas de pantalla.

Los videos de presentación de las canciones resultaron un tanto largos… y francamente cursis en algunos casos.

Y aunque a todas luces se trata de un programa grabado (y se deja claro), convendría respetar ciertas lógicas de continuidad. Los muchas veces aparatosos elementos escenográficos aparecen y desaparecen en el escenario como por arte de magia.

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Ojalá que el Concurso Adolfo Guzmán haya vuelto para permanecer. Hace falta.

Ojalá que la radio y la televisión programen esas canciones: sería un estímulo para compositores e intérpretes.

Mucho se puede debatir, mucho se puede (y se debería) cambiar. Pero aplaudimos el empeño. La gran tradición de la canción cubano lo amerita.

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