Habana 500: Danza y música para arroparla mejor (+ FOTOS)

Habana 500: Danza y música para arroparla mejor (+ FOTOS)
Fecha de publicación: 
23 Agosto 2019
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El sol era un verdugo desalmado. Sin embargo, La Habana, una ciudad que “intenta vestir lo mejor, y más coqueta que una flor, abre sus puertas y ventanas”…venció en ese duelo, tal y como lo viene haciendo, imponente, sutil y delicada, olorosa… mezcla de vetusto y modernidad, desde hace cinco siglos.

Con el mar de aliado, siempre desterraré barreras y me sentiré fuerte, presto a encarar cualquier situación, a dejar volar ideas y a dejar que lo bello toque a mi puerta y recibirlo con los brazos abiertos.

Entonces bajé raudo, llegué a la esquina de Belascoaín y Malecón y dirigí mi mirada hacia la derecha. No muy lejos, en mi horizonte visual hallé fusionados, con un empaste ideal a bailarines, cielo y mar.

Gabriel Dávalos y Maritza Ceballos, amigos y colegas en años de FCOM (Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana), además de Jonal Cosculluela, cineasta y director de la película Esteban, me habían invitado a una de las jornadas de rodaje de un video clip en homenaje al medio milenio de nuestra Habana maravillosa. No podía renunciar a semejante goce, máxime cuando en roles protagónicos hallaría al Ballet Nacional de Cuba (BNC) y el prestigioso músico y compositor Chucho Valdés.

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Para el director Jonal Cosculluela La Habana puede volar al compás de una bailarina. Foto: Del autor.

Cualquier variable meteorológica en lo adelante, quedaba relegada a un tercer o cuarto plano.

La Habana lo merece, y en medio de un hormigueo de acciones para que, ciertamente vista su mejor atuendo, uno capaz de proteger y hacer sentirse a gusto a sus pobladores, llega este agasajo, donde danza y música de primerísimo nivel se entrelazan.

Chucho Valdés no necesita mucha presentación, como tampoco la primera bailarina Viengsay Valdés, subdirectora artística del BNC, además de las primeras figuras de la compañía Anette Delgado, Sadaise Arencibia, Grettel Morejón, solistas y cuerpo de baile.

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La insularidad, el Malecón y las huellas del Ballet Nacional de Cuba, motivos de inspiración para agasajar a La Habana, recogidos en la pose de las bailarinas. Foto: del autor

Tocado por esa ola de glamour y acordes perfectamente colocados dejé que las horas corrieran, de Malecón y Belascoaín me sorprendí en el Palacio del Segundo Cabo, luego en la Plaza de la Catedral, persiguiendo los pasos de los bailarines y sus contorneos por cada una de esas locaciones.

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La plaza de La Catedral, un sitio icónico de nuestra urbe, se engalana con los pasos de las bailarinas. Foto: Cortesía de Siguaraya Village Producciones.

Buscando lo identitario, conectaremos un jonrón de fouettés en el Latinoamericano, y digo conectaremos porque una vez te involucras con un proyecto como este, es imposible desprenderte o renunciar a seguirlo hasta el último compás, hasta ver caer el telón, hasta darle la vuelta a la Ceiba del Templete o sencillamente atestiguar la inercia de los bailarines cuando culminan una coreografía o acto X.

Lo confieso, el sudor y la sed intentaban hacer mella en mi organismo, Cronos me acechaba, pues en mi agenda cotidiana tenía el deber de recoger en el círculo a mi pequeño Enzo Samuel.

Pero mi ciudad pudo más, las notas esculpidas por Chucho al piano me sedujeron cual Calipso a Odiseo, y las sílfides de figura perfecta, pulcras en su andar y vestimenta, armónicas en las elongaciones de sus movimientos, profesionales y entregadas de pies a cabeza… me propinaron un nock-out sensorial.

La Habana se erige, ha soportado muchísimo en estos casi 500 años, ha sido testigo de transformaciones, de contrastes, de tortura y Revolución, de cánticos de lucha y de victoria…

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La vorágine del rodaje bajo el intenso sol demandó el máximo de esfuerzo de bailarinas y personal involucrado. Foto: del autor. 

Ha protegido a todos sus hijos, ilustres o no. Porque no establece distinciones, vive y late por y para cada uno de nosotros. “San Cristóbal así lo hizo”, y ella, heredera indeleble de su legado no ha dejado de ser una madre fiel, protectora hasta la médula.

Gracias Jonal, Maritza, Gabriel, gracias a Chucho y el Ballet Nacional de Cuba por la intención, la creación, el baile y esta entrega.

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El cielo, el mar, y la imagen pulcra de una bailarina... una escena de ensueño para musicalizar. Foto: del Autor.

Gracias a todos aquellos habaneros que despiertan cada mañana deseosos de construir una ciudad mejor, reflejo de un mejor país…
Parto de regreso a casa con la sensación de que el viernes llenó mi ánfora de habanero, pero con la sed perenne de beber esta ciudad hasta el último sorbo, en un aleteo pacífico de halcón y ruiseñor, y sí, con los amantes en las alas.

De Pinar del Río a Maisí
mi Habana dice a usted que sí,
porque uno es fuente y otro es agua…

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La profesionalidad de nuestros bailarines es incuestionable, máxime cuando de homenajear a La Habana y fusionar su talento con la música de Chucho Valdés se trata. Foto: del autor.

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