Miguel Núñez, otra lección sobre la autenticidad

Miguel Núñez, otra lección sobre la autenticidad
Fecha de publicación: 
2 Agosto 2019
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“Él es Miguel Núñez, el pianista de Pablo Milanés”, te dicen muchos, y lo admiras, claro, pero sabes perfectamente que también es el autor de la banda sonora de Páginas del diario de Mauricio y el líder de Miguel´s Trío, y que mereció hace dos años la Distinción por la Cultura Nacional, entre otras muchas referencias que llegan corriendo a tu mente.

Sabes que es un músico cubano versátil y virtuoso, así que no puedes perder la oportunidad de pedirle que responda “tres pregunticas” para los lectores de CubaSí. Tienes suerte y también es amable, así que te responde sin llevar la cuenta…

―Miguel, ¿cuánto le aporta a un músico esa variedad de géneros y lenguajes?

―Aporta muchísimo, pero lo primero que tiene que tener uno es la valentía de enfrentarse a estas cosas, por ejemplo, hacer un ballet, hacer música para películas, para un documental, acompañar a una cantante de ópera, tocar a Bach, a Chopan, tocar un tumbao cubano, un changüí, un son, un bolero y al mismo tiempo tocar jazz, improvisar en el jazz, componer, arreglar para diferentes géneros musicales, eso indudablemente enriquece al músico y yo creo que es difícil, pero son cosas que uno tiene que enfrentar en la vida y mientras estés en este mundo y en la música, tienes que enfrentarlo, porque si no, te limitas a una sola vertiente, yo creo que hay que enfrentarse a todo, aunque no seas lo mejor en todo. Yo siempre se lo digo a los jóvenes.

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―¿Y dónde están los límites? Porque ahora, por ejemplo, entre los jóvenes, la “fusión” es un término muy al uso…

―Yo creo que lo esencial está en que tú tienes que identificarte en todo. Yo, por ejemplo, le llamo fusión a aquello que, a través de lo que yo hago, está mezclado con diferentes vertientes de la música mundial, ya sea el jazz, el rock, los ritmos africanos, la cumbia, el son, pero lo que gusta de esa fusión es lo que tú eres, porque eso, a mi modo de ver, denota que hay un desarrollo en la música de tu país. Hay que investigar, hay que conocer lo que vas a mezclar: sonóricamente, rítmicamente. No es fusionar por fusionar, o sea, tienes que saber fusión de qué, contra qué, qué es lo que estás mezclando: no, yo le estoy echando azúcar al café con un poquito de leche, tienes que conocer cada elemento, esa es la verdadera fusión. Entonces yo pienso que eso es muy fácil decirlo, pero hacerlo no…

―En toda esa amplitud que abarca su trabajo, ¿cuál es la zona de confort?

―Yo me siento muy cómodo, honestamente, cuando hago mis obras. Me siento cómodo, pero al mismo tiempo soy demasiado crítico con mis cosas y entonces a veces confío más en el espectador y en los amigos que escuchan y me dicen: eso está bueno, aunque yo diga que no. Me siento ya también muy cómodo haciendo música para películas y para documentales, pienso que esa es una virtud que todo el mundo me ha dicho, mis amigos que me conocen de hace años, siempre me han dicho: de entrada, en tu música hay cosas que tienen imágenes, entonces para mí es fácil componer para una película, para un audiovisual, creo que es la plataforma que más me gusta.

―Muchos te visualizan por el trabajo con Pablo Milanés. ¿Por ahí viene tu cercanía con la trova?

―Es de antes, en primer lugar porque no fue Pablo el primer trovador con el que yo trabajé, yo comencé trabajando con varios trovadores: Santiago Feliú, Ireno García, Vicente Feliú, por ahí fue mi principio en el conocimiento de la trova y, al poco tiempo, con Pablo. Por supuesto, a través de él conocí a miles de cantautores  y por ahí fue que vino mi cercanía con la trova. Pienso que, para cualquiera, es una experiencia de un enriquecimiento enorme en cuanto a todo, en cuanto a música, en cuanto a entender textos, en cuanto a la vida, es otra visión de la vida, el trovador es una persona que compone mucho sobre lo que le va sucediendo, sus vivencias las transmite y nosotros, como músicos, no sabíamos de eso, de ese mundo interior del trovador que uno empieza a entender con ellos mismos, por simple o complejo que sea lo que hagan.

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―¿Nos actualizas sobre el trabajo, la obra, los proyectos actuales…?

―Yo, por supuesto, sigo trabajando con Pablo y mi proyecto propio, estoy haciendo diferentes formatos, a mí me gusta variar  bastante, pero bueno, tengo una base que es el trío y, más bien, cuarteto, porque siempre hay un percusionista o tecladista, entonces los demás vienen conmigo como invitados, pero bueno, la base son batería, bajo y piano.

«Estamos a punto de grabar un DVD de un nuevo proyecto que nombré viaje al submundo,  y le puse así porque trata de cómo el submundo en todas partes existe y cómo es solidario el submundo en cualquier circunstancia, eso es humanamente, pero también en el arte existe el submundo y eso es lo que yo quiero exponer: la relación entre el son, el rock, el abakua, la música clásica; que todo se mezcle sin diferencias, o sea, cómo cada género musical se respeta y se admira al mismo tiempo. Cuando tú vives en un submundo la gente se solidariza y no tienen nada, entonces la música, que no tiene nada, solo que genera sensaciones, que es la manera más abstracta de llegar a las personas por encima de cualquier cosa, ahí es donde yo veo que las artes realmente tienen una solidaridad, que hay una paz».

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