DE CUBA, SU GENTE: La virginidad

DE CUBA, SU GENTE: La virginidad
Fecha de publicación: 
7 Mayo 2019
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—Nunca, Diana —me dice mirándome a los ojos (los suyos provocan; tiene unos ojos indecentemente hermosos)—, preguntes algo, a no ser que estés absolutamente segura de que quieres saber la respuesta.

«Por lástima», le respondió el esposo. «Porque sabía que yo era tu mejor opción. I knew you couldn´t get anyone better than I».

Celesta fue criada en Kansas, en Estados Unidos, en una época en que las mujeres nacían para ser madres y los hombres para ser proveedores.

La razón por la que el esposo declaró que ella no podría conseguir nada mejor es porque ella no era virgen cuando ellos se casaron.

Oh, la virginidad.

Las mil y una noches (ya sabemos, la recopilación medieval en lengua árabe, cuentos tradicionales del Medio Oriente) es ejemplo de muchísimos paradigmas en la literatura como la caja china y la corriente subterránea de sentido. Pero no es ejemplo de los paradigmas modernos de sexualidad.

El día de su cumpleaños —ya lo tiene planificado— Celesta va a pasarlo con su grupo de apoyo. Va una vez a la semana a hablar con un grupo de personas que se dicen el tipo de frases de autoayuda que tanta falta nos hace a todos: te quiero, te perdono, te deseo que seas libre.

Entonces Celesta, que está de visita en mi casa, me extiende su pasaporte. Es un pasaporte norteamericano y es la primera vez que veo uno. Lo abre en una página clave, que tiene marcada. Está la Estatua de la Libertad y una frase de Anna Julia Cooper:

«The cause of freedom is not the cause of a race or a sect, a party or a class. It is the cause of the humankind, the very birthright of humanity».

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