Picasso y la guerra, bajo la lupa en París

Picasso y la guerra, bajo la lupa en París
Fecha de publicación: 
14 Abril 2019
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En una de las facetas menos exploradas de Picasso (1881-1973), el Museo del Ejército presenta un centenar de sus obras, pero también su correspondencia y documentos que compensan su silencio artístico frente a la guerra, con contadas pero célebres excepciones.

“Hay un antes y un después de +El Guernica+”, explica a la AFP la comisaria Clotilde Forest, en alusión a una de las obras maestras de Picasso, una carga contra la guerra civil española (1936-1939), convertida en ícono del pacifismo universal.

Y es que el malagueño que se libró del servicio militar mediante pago y se instaló en Francia en 1901, pareció entregarse hasta bien avanzada su vida a la exploración estilística, ajeno a los acontecimientos de su tiempo, como la Primera Guerra Mundial.

¿Precursor del camuflaje?

Sin embargo, dos eventos de su juventud recogidos en la exposición “Picasso y la guerra” anticipan al menos su militancia política: el manifiesto que con 19 años firmó en favor de la liberación de anarquistas en España y el informe policial que da cuenta de que Picasso residía en París en casa del anarquista Pedro Mañach, documento que dificultaría toda su vida sus relaciones con la administración francesa.

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, el artista, ciudadano de un país neutral, permaneció en Aviñón (sureste de Francia), mientras sus amigos partían al frente, como el poeta Guillaume Apollinaire.

Picasso “le expresaba su apoyo en sus cartas, le dibujaba banderas francesas en los márgenes”, explica Forest. A la vez que se adentraba en el cubismo, el pintor tuvo la idea de aconsejar a Apollinaire que pintara los camiones del ejército con los motivos del arlequín para despistar al enemigo.

Irónicamente fueron las tropas alemanas quienes adoptaron ese patrón para camuflar su aviación.

“El Guernica”, antes de Guernica

Tampoco el auge del fascismo en Europa “pareció concernirle demasiado”, explica Forest, salvo por un telegrama dirigido a Hitler que firmó en 1935 junto a otros reputados nombres en Francia en apoyo de dos políticos condenados en Alemania, Albert Kayser y Rudolf Claus.

Pero entonces Picasso ya era una figura conocida y desde España el bando republicano buscó convertirlo en estandarte, encargándole una obra para la Exposición Universal de París.

La muestra presenta el primer estudio de “El Guernica” realizada el 19 de abril de 1937, curiosamente una semana antes del bombardeo de la localidad vasca por parte de la aviación franquista y su aliado nazi. En efecto, aunque en el lienzo ya aparecen personajes de la obra final, Picasso “había partido de la idea de una pintura sobre el artista y su modelo”, dice Forest.

Con la Ocupación nazi de Francia, Picasso permaneció en París. Se confinó en su taller, expuso poco, pero siguió pintando naturalezas muertas, cráneos… alusiones posibles a la guerra. “Su círculo lo admiraba porque podría haber partido a Estados Unidos, como muchos de sus amigos. Los nazis consideraban su arte degenerado”, recuerda la comisaria.

“Camarada” Picasso

Adherente al Partido Comunista desde 1944, con el fin de la Segunda Guerra Mundial Picasso volvió a la luz convertido en una “figura de la Resistencia”, sin haber servido nunca a la causa.

De la misma forma que había donado dinero y obras a los republicanos españoles, el artista se movilizó en favor de los resistentes franceses. Pintó retratos de comunistas condenados en el mundo, y sobre todo popularizó para el Congreso Mundial de Partidarios de la Paz de 1949 en París la paloma blanca como símbolo universal.

De esa época destacan en el Museo del Ejército dos lienzos con alusiones bélicas, “Masacre en Corea” y “El rapto de las Sabinas”.

La URSS le otorgó en dos ocasiones el Premio de la Paz.

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