Desde Bakú: Confesiones de un subcampeón mundial

Desde Bakú: Confesiones de un subcampeón mundial
Fecha de publicación: 
24 Septiembre 2018
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Pasada la ceremonia de premiación, las fotos exigidas, las declaraciones de prensa de primera mano y sin todavía bajar toda la tensión que genera ganar un premio de esta magnitud, accede a conversar sobre la competencia en la habitación que comparte con su compañero Andy Granda.

Cada uno de sus rivales los tiene en la memoria como si ahora mismo empezara la jornada de nuevo. “En el combate con el gabonés sabía que tenía problemas en newaza y ahí fue donde gané al inmovilizarlo. Al atleta de Ucrania, que no sabía que era campeón mundial juvenil del 2009, lo estudié porque era zurdo, incómodo. Al principio salí confiado, luego se fue enredando y cuando vi que me marcó un shido subí el ritmo y marqué ippón”

Silva es un buen conversador, amante del fútbol en todas sus dimensiones, virtuales y reales, aunque de niño practicó béisbol y su familia por parte de padre es boxeadora. De todo eso heredó también una buena memoria, de ahí que siguiera recordando cada detalle de lo sucedido este 24 de septiembre en la capital azerí.

“Contra el libanés tampoco había peleado nunca y se me hizo muy complicado porque tiene la misma postura mía y es fuerte. Salí a agotarlo y logré con mi buena preparación física. Después vino el japonés, ese sí me estresó un poco. Me favoreció que fuera zurdo había trabajado bastante con los judocas de esa mano, gracias a la ayuda de mi compañero Andy”, continuó narrando el joven de apenas 22 años.

Por supuesto, sobre los últimos enfrentamientos se detiene con más precisión y hasta intenta dibujar en su mente cada acción. “En la semifinal contra el francés me la jugaba toda, porque era la posibilidad de asegurar una medalla, ya que si perdía iba por el bronce, una medalla bien difícil de obtener porque te puedes quedar sin nada en un abrir y cerrar de ojos.

“Vimos que venía usando muchas técnicas de sacrificios en los anteriores combates. Se lanzaba hacia atrás y hacia atrás. Conmigo trató de hacerlo también, pero se quedó medio desbalanceado y pude hacerla una técnica de brazos y grité. Cuando revisaron el video me sentí confiado, porque sabía que había sido ippón.

Se ríe orgulloso hasta ahí. De momento pone cara de serio para reconocer lo que falló en la final contra el español de origen georgiano que enfrentó. “Con él había competido en dos ocasiones (una victoria para cada uno) y sabía por dónde iba a el trabajo. Al marcarle wazari comencé a equivocar la táctica, y en lugar de tratar de terminar el combate (quedaban pocos segundos) lo que hice fue arriesgar y ahí sobrevino el empate. Luego en la regla de oro me sentí el rigor de la competencia, un poco cansado y él aprovechó los mejores momentos para marcarme el wazari”.

Pero las primeras confesiones de un subcampeón mundial fueron más allá de los tatamis. Empezó por su mamá Mircia, que el día antes se comunicó desde una zona wifi en Matanzas para recordarle que desde pequeño él siempre era atrevido, positivo y que tenía mucha confianza en lo que hacía. “Eso fue una inyección, porque me recordó hasta cuando ingresé al equipo nacional y yo le decía que le iba a ganar a Osmay Cruz, por entonces la primera figura en los 81 kilogramos”.

Acto seguido no quiso dejar de mencionar a todos los entrenadores (prefirió no nombrarlos por si cometía el error de olvidar a algunos), a su novia Anaicha Álvarez, a todo su familia, y también al judoca Jorge Pineda, de 100 kilogramos, del equipo nacional. “Él tiene parte en esta medalla”, dijo sin titubeos.

Precisamente sobre el ascenso a los 90 kilogramos y los triunfos que va obteniendo giró la última parte del diálogo. “El cambio fue hasta por un problema de salud.

Realmente ya no podía con esa división y en 90 ya he logrado cosas que no tuve en 81. Doble campeón panamericano, varias medallas en Grand Prix y ahora esta medalla mundial que me afianza entre los mejores. Toca seguir trabajando y trabajando para que lleguen más resultados”.

¿No me has preguntado por Asley?, inquirió Silva cuando pensaba que la grabadora se apagaría sin esa interrogante. Era el turno entonces para expresar un gran respeto. “Es un súper atleta, campeón mundial, subtitular olímpico. De los mejores judocas que hemos tenido en Cuba. Y tenerlo en la división me ha hecho esforzarme el doble y el triple. Es una lástima que se lesionara hoy porque estaba también para medallas”.

La noche en Bakú ha comenzado a enfriar. Silva se abriga y me adelanta que en la competencia por equipos y en las tres divisiones que restan por estar representantes cubanos vendrán más medallas. “Siempre he sido un soñador que lucha y se esfuerza por lo que quiere. Ahí está el éxito de hoy”.

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