Como dice Silvio, en Cuba hay una solísima trova: Lino Betancourt

Durante la conversación sostenida con el reconocido estudioso en la Casa de la Trova de Santiago de Cuba, la primera de esas instituciones en el país, sus reflexiones apuntaban a los estados de ánimo como razones fundamentales de la inspiración de esos juglares, desde tiempo remotos hasta la actualidad, sea cual sea la edad.

Desde tan temprano como el siglo IX, apuntó, las motivaciones fueron el amor o el desamor, la naturaleza, los héroes, pasadas por el tamiz de las circunstancias y las vivencias de cada creador.

Rememoró Betancourt sus inicios, 68 años atrás, en ese mundo de voces y guitarras, cuando entró en contacto como periodista de una emisora radial santiaguera con grandes cantores y más tarde en La Habana con sus colaboraciones para la revista Cuba Internacional, dirigida por Lisando Otero.

Con admiración y nostalgia evoca la Peña de Sirique, un encuentro habanero que juntaba a destacados músicos que defendían lo más cubano y tradicional, entre ellos Sindo Garay, Oscar Hernández y Bienvenido Julián Gutiérrez.

Reconoció el empeño del Centro Pablo, que aglutina en la capital cubana a noveles trovadores y contribuye a mantener vivo ese género raigal, tal como lo hace el Festival Pepe Sánchez, con su edición anual en esta ciudad y como el más antiguo evento de su tipo en el territorio nacional.

Aunque lamentó que no exista en La Habana una Casa de la Trova y se hayan perdido espacios dedicados a esas descargas, elogió la situación de Villa Clara, donde el trío Palabras se ha erigido como avanzada en esas interpretaciones.

Involucrado en estos momentos en la realización de Contar la trova, la primera multimedia dedicada a ese objetivo, junto al productor José Manuel García y el auspicio de la discográfica Abdala, Betancourt continúa hurgando en ese patrimonio sonoro cuyos orígenes se remontan siglos atrás.