Centrobásket (f): La reflexión obligatoria con sabor a derrota

Centrobásket (f): La reflexión obligatoria con sabor a derrota
Fecha de publicación: 
2 Septiembre 2018
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En el caso del deporte, tratándose de Cuba, y específicamente de una disciplina colectiva de tanto pedigrí en Centroamérica y el Caribe como el baloncesto, duele volver la mirada y encontrarnos con la pérdida de la corona en el recién finalizado Centro básquet de manera alevosa si se puede decir, al caer 54-83 frente a las anfitrionas puertorriqueñas en Manatí.

Los análisis se vuelven una cuestión obligatoria en cualquier esfera de la vida. En el caso del deporte, tratándose de Cuba, y específicamente de una disciplina colectiva de tanto pedigrí en Centroamérica y el Caribe como el baloncesto, duele volver la mirada y encontrarnos con la pérdida de la corona en el recién finalizado Centro básquet de manera alevosa si se puede decir, al caer 54-83 frente a las anfitrionas puertorriqueñas en Manatí.

Se presumía otro desliz, luego de que las cubanas, en su avance de rendimiento más reciente, cedieran en la final de Barranquilla ante Colombia, desde mi perspectiva, uno de los performances más pobres del que tenga recuerdo.

De cara a Manatí, Alberto Zabala introdujo dos cambios en su roster: Francys Ochoa, recuperada de una lesión; y María Pérez, de loable accionar en el certamen de 3x3 femenino barranquillero.

Sin embargo, ninguna de las dos aportó lo suficiente, como tampoco sus coequiperas en el crucial desafío, y eso, aparejado con la presencia de un elenco boricua con todas sus piezas ajustadas, la ausencia de trabajo de conjunto y de variantes, especialmente en situaciones de tensión de las nuestras, fueron indicadores que condujeron al fracaso.

Lo crucial en el choque

En el partido por el oro, las de la Isla del Encanto nos superaron en toda la línea. Es imposible aspirar a la victoria cuando su porcentaje de tiros de campo apenas llegó al 21% por el 52 de sus oponentes.

Ahí radica precisamente uno de los grandes problemas de nuestra selección nacional: en la selección de tiro, efectividad por intentos tomados, derivada de la buena rotación del balón y el acierto de las armadoras en la conducción.

Ese indicador se completó con el hecho de culminar por debajo en los tiros libres (82-88%), rebotes (35-46), y asistencias (7-14). Esos números se redondearon con dos bloqueos contra seis de las puertorriqueñas, 19 tantos cedidos por conceptos de pérdida de esférica, (12-36) desfavorable de cartones en la pintura, 3-13 por concepto de segundas oportunidades, y 10-13 como aporte de las jugadoras de la banca.

Si a eso le sumamos la incapacidad en los últimos tiempos de las cubanas para sellar partidos, salir de los momentos de tensión suprema en los últimos cuartos, y el sedimento que acumulan en sus sistemas desde hace casi un lustro, la sentencia estaba predestinada, amén de la superioridad que en el papel exhibían las discípulas de Alberto Zabala, con media de 1.81metros de estatura y edad promedio avanzada de 29 años. Digo en el papel porque ya en semifinales lograron desbancar a México solo por seis puntos.

Más allá del presente gris

Tercer lugar en el Mundial de Malasia 1990, cuarto puesto en los olímpicos de Barcelona 1992… Todos esos recuerdos felices, me duele afirmar que tardarán en volver al presente. No solo por la calidad individual de aquella generación de jugadoras, la forma en que lograron engranar de conjunto y el temple que mostraban en cada salida a la duela, sin importar el rival que tuvieran delante.

En este minuto, y me atrevería a decir que, en el futuro inmediato también, el baloncesto cubano carece de una líder natural encestadora.

Si bien Yamara Amargo promedió 18 cartones durante el certamen, y demostró nuevamente ser nuestra jugadora con mayores virtudes y recursos en su regreso luego de la maternidad, también es cierto que a lo largo de su carrera se le ha achacado la carencia de esa sangre fría de matadores, el pedir balones y adquirir protagonismo cuando el barómetro de los partidos se halla al límite…

Desde hace buen tiempo la columna vertebral de Cuba se sostiene en jugadoras de notorio kilometraje y experiencia. Hablo de Clenia Noblet, la propia Amargo, Oyanaisis Gelis, Leidys Oquendo, Ineidis Casanova…

El almanaque y la urgencia de hallar sucesoras que al menos se acerquen a ese nivel de juego definitivamente no se han podido conjugar aún como fórmula de transición. De ahí que las miembros más jóvenes del conjunto, hallan vivido pocos minutos sobre la duela y sus apariciones no hayan tenido contundencia.

Otra variable no despreciable, aunque en menor medida, la encontramos en la salida de jugadoras hacia otros destinos, fundamentalmente Brasil. Varias que de haber seguido militando en nuestro plantel, la realidad actual fuese considerablemente distinta. En ese grupo me gustaría mencionar a Yakelín Plutín, Ariadna Capiró, y las propias Gelis y Casanova.

Golpea, como sucede en muchas otras disciplinas, el hecho de que la estructura de formación de basquetbolistas en las diferentes categorías se ha deprimido, desde los procesos de captación y seguimiento de posibles talentos, la disminución de escenarios competitivos a todos los niveles, con una única categoría 13-15 en Juegos Escolares, hasta la eliminación desde hace buen tiempo de las ESPAS provinciales y las preselecciones nacionales juveniles.

Con tantas vicisitudes y razones, la balanza lógicamente continuará inclinada hacia los deslices, más allá de la voluntad y sapiencia que Zabala (al frente desde el 2006), Eduardo Moya y el resto del colectivo técnico puedan poseer.

Ahora hay que incorporarles otro indicador en el componente psicológico: el hecho de que la mentalidad ganadora y el espíritu, tanto en el orden individual como colectivo estén siendo corroídos con la acumulación de reveses en diversos niveles cualitativos.

No soy del criterio de que los contratos en el exterior sean la salvación de nuestro movimiento deportivo. Sí reconozco que tanto en el orden de crecimiento individual para los jugadores involucrados, como en la adquisición de otros saberes y visiones aporta bastante.
Baste señalar la experiencia del combinado de balonmano masculino en Barranquilla.

La clave está en revisar y tratar de armar una cantera con la capacidad suficiente para llenar el vacío que por diferentes razones existe y se acrecienta en el deporte ráfaga femenino. Que en su formación desde niñas las jugadoras desarrollen los fundamentos, habilidades y situaciones posibles, que se cultiven y estudien los sistemas de juego de los mejores exponentes a nivel global. Quien mueva los hilos también debe andar a la par de sus homólogos más avezados.

Los hombres, con José Ramírez de nuevo moviendo los hilos, están dando muestras de que cuando se conjuga el talento individual con una conducción acertada y trabajo de equipo, los resultados salen. Y es justo destacar que el panorama varonil, incluso en el área, se antoja mucho más cruento.

La reflexión está hecha amigos, y como casi siempre sucede resulta imposible ir a la médula de todas las cuestiones de incidencia. Cierro con los enlaces a las estadísticas colectivas de forma general y particularizada a cada renglón de juego de las cubanas. Un complemento de valía a la hora de formular comparaciones y desmontar el accionar de cualquier equipo.

http://www.fiba.basketball/es/centrobasketwomen/2018/team/Cuba#tab=overview,average_statistics

http://www.fiba.basketball/es/centrobasketwomen/2018/teamstats

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