Voly (f): Seguimos en busca de las Morenas
especiales
El problema del recambio generacional afecta a todos los países y todos los deportes, porque la excepcionalidad de cada ser humano, y en el caso de los deportes colectivos, de sus acompañantes, hace casi imposible sostener por mucho tiempo un resultado perfecto.
Sin embargo, el voleibol femenino cubano lo logró por casi 15 años, cuando desde inicios de los años 90 del pasado siglo conformó una selección en la cual fueron variando pocas piezas hasta la entrada de la nueva centuria, y los éxitos se sucedieron casi uno tras otro.
No eran perfectas, porque nadie humano puede llegar a serlo, pero rozaron la perfección, y no por gusto merecieron los principales premios cuando se seleccionó al mejor equipo del siglo XX.
No obstante, al pasar al retiro Mireya, las Reglas, Yumilka y Marlenis, más otras que se perdieron en el camino como Magaly y Taimaris, el voly femenino cubano cayó en un letargo del cual no acaba de salir (al cierre del 2017 estábamos en el lugar 25 del ranking mundial).
Diferentes han sido las estrategias, pero una tras otra han fracasado. Parecía que levantaríamos vuelo de la mano de Melissa Vargas, pero discrepancias entre sus familiares y la Federación cubana concluyeron en una dura sanción de cuatro años alejada de los certámenes internacionales, que provocó su salida definitiva del país. Ahora, con 18 años, cuando de verdad debe explotar como voleibolista, brindará su talento a un club suizo, pero no al voly cubano.
Si fuera un caso único, no habría por qué preocuparse demasiado, pero es una situación que se viene repitiendo en los últimos tiempos, con más fuerza entre los varones, pero también con impacto entre las damas.
Hace apenas unos días, no pasamos del tercer puesto en la Copa Panamericana sub-23 y, según se anunció hace unas horas, ese mismo será el equipo que tomará parte en el Mundial de mayores. Es bueno para que se fogueen las más jóvenes, pero tal parece que en Cuba no hay buenas voleibolistas mayores de 23 años. Además, si prosiguen los desencuentros atletas-federativos, a la larga será como arar en el mar.
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