MIRAR(NOS): Ellos y el resto: nosotros

MIRAR(NOS): Ellos y el resto: nosotros
Fecha de publicación: 
17 Agosto 2018
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Una de las telenovelas que retransmite Cubavisión Internacional me ha puesto a pensar en el tema de hoy. La cara oculta de la luna vuelve a poner sobre el tapete el tema del VIH y otras muchas aristas que del eje principal se desprenden.

En particular, quisiera hablarle sobre la situación de las parejas en las dos últimas historias. ¿Cómo se vive después de saber que tu cónyuge saltó la cerca (te puso los cuernos) y ahora es seropositivo al VIH? Mmm, la pregunta no tiene que responderla, la lanzo como al descuido para invitar a la reflexión, si es que me lo permite.

Ya sé, es viernes y no es fácil irse a la casa (tomando por sentado que se conecta usted desde el trabajo) con todo el asunto de la discriminación que pueden llegar a sufrir las personas seropositivas. Sería mejor haber seleccionado el primero de diciembre para tocar este tema tan sensible.

En la novela de la que le hablo recordará, si tuvo (o tiene) la oportunidad de verla, la segunda historia. Aquella protagonizada por Rafael Lahera y Armando Tomey donde un ladrillo en la cabeza le hace pensar a Yasser (defendido por Felito Lahera) en la vida que ha estado viviendo al esconder su bisexualidad.

Por supuesto, la había estado escondiendo porque había decidido (sin contar con él mismo) mostrarse al mundo como hetero.

Entonces su cónyuge, al saber el tema de la traición con un hombre y luego el asunto del contagio, siente que se le cae el mundo, que ya no puede más con todo lo que le ha tocado.

Suele suceder, uno encuentra en su fecunda existencia a personas que, ante los problemas nuestros, sienten que no pueden más, que ellos son los principales afectados. Y hasta nos culpan por lo que no está doliendo más que a ellos.

La siguiente historia nos presenta a Nancy. Una joven que renunció a la felicidad por la tranquilidad de un hogar, como está predicho que deben ser para alcanzar el sosiego y el descanso del alma, tan importante este último.

Aunque Nancy tiene todo lo que se precisa para alcanzar la felicidad, el vivir en el pasado no le permite ver, ahí mismo, frente a sus narices, que tiene una familia hermosa, que su esposo no solo la ama, la idolatra.

Así pues, Nancy, la más inconforme entre todas las inconformes, se acuesta (una noche) con el espejismo de su pasado. Contrae VIH.

Ahora hay que ver, en los próximos capítulos, la aceptación o no de su familia, que al menos hoy, mientras escribo sin ver el capítulo que corresponde, avizoro sea la respuesta positiva y de apoyo que todas las personas del mundo, sin importar el porqué, merecen. Su familia tiene todas las papeletas para brindarle apoyo, aunque su esposo complaciente no acepte la traición, una cosa no tiene nada que ver con la otra.

A nivel mundial, digo yo y no una ley, las personas debieran ser aceptadas sin importar su condición social, raza, credo o sexo. Por supuesto, tampoco importan sus preferencias sexuales. Algunas cosas no se pueden cambiar, pero otras la gente no quiere cambiarlas, y no por ello son mejores o peores seres humanos.

Ser mejor o peor, esto es lo que creo y tengo por bandera, va mucho más allá de gustos. La aceptación del resto sí condiciona el modo en que ellos se proyecten hacia el mundo. La aceptación depende de nosotros, que muchas veces somos ellos y otras tantas veces, el resto.

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