Estados Unidos y la democracia: Peligrosa engañifa

Estados Unidos y la democracia: Peligrosa engañifa
Fecha de publicación: 
26 Junio 2012
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El gobierno de Washington sigue impulsando su complot para desestabilizar a gobiernos de América Latina que no se pliegan a sus designios, tal y como ahora demuestra el caso de Paraguay.

Precisamente en tal escenario el Departamento de Estado anunció que aumentará los fondos destinados a la tecnología del llamado programa para impulsar la democracia en Cuba.

Su pretexto es acrecentar la información “libre de censura” que hacen llegar a la isla, argumento muy parecido al empleado cuando sacaron al aire, financiadas y dirigidas por ellos, emisoras de radio y televisión.

Un portavoz de la llamada Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), declaró que los cubanos deben ser capaces de satisfacer su sed de información no censurada, y estamos comprometidos a ayudar “como quiera que podamos”.

Cuando hace algunos años se produjo el golpe de Estado en Honduras, una de sus primeras órdenes fue cerrar o censurar drásticamente los medios de difusión masiva.

La USAID guardó un solemne silencio. Cuando la ejecutaban llegó a ese país la jefa de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, Ileana Ros-Lehtinen, quien a nombre de Washington ofreció respaldo total a los golpistas.

Mark Feierstein, administrador adjunto para América Latina y el Caribe de la USAID, declaró el pasado 19 de junio que entregan dinero a grupos afines que manipulan en Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.

En marzo de 1996 salió adelante en Washington la denominada ley Helms-Burton, que de manera unilateral autoriza a los presidentes de Estados Unidos a suministrar dinero y otros recursos a individuos y organizaciones no gubernamentales “independientes” para apoyar lo que denominaron construir la democracia en Cuba.

Desde ese momento se dio el caso insólito de que un gobierno, a plena luz del día y despreciando todo lo legalmente establecido por la comunidad internacional, proclamara implícitamente que financiaba y dirigía un complot para derribar el sistema económico, político y social  establecido en un país independiente y soberano. 

Para colmo, los torrentes de dinero que públicamente en nombre de la democracia suministraron a sus grupos y ONG  han llegado a provocar sonados escándalos debido a reiteradas malversaciones.

En abril de 2011 se descubrió que un empresario de Coral Gables, en Miami, Frank Hernández Trujillo, gastó dinero destinado a “promover la democracia en Cuba” al adquirir chocolates, carne de cangrejos, una bicicleta todo terreno, un abrigo de cuero y suéteres de cachemir, e incluso una sierra eléctrica.

No obstante, al señor Trujillo, ahora millonario, el Departamento de Estado le asigno entonces 750 000 dólares, en su condición de jefe del titulado Grupo de Apoyo a la Democracia. Entre los años 1988 y abril de 2005 recibió más de 6 millones de dólares.

No ajena a esos ejemplos se encuentra la señora Ileana Ros-Lehtinen, la cual, no por casualidad, acaba de criticar que la USAID pretenda en su presupuesto para 2013 reducir discretamente los fondos supuestamente dedicados a fortalecer la democracia en Cuba y Venezuela.

Lo hizo en una audiencia del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, que preside, y allí subrayó que recortar ese dinero “envía el mensaje errado a la oposición interna en esos países”.

Mientras, el Departamento de Estado se congratula de estar abriendo sus compuertas a nuevos fondos hacia el aspecto tecnológico de sus programas de 20 millones de dólares para promover una democracia en Cuba que imite la que hoy practican los bárbaros del Norte.

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