DE CUBA, SU GENTE: Del amor y sus negocios
Los clientes que va teniendo el local son recomendados, amigos de amigos. La promoción no se hace por Revolico o ningún sitio parecido: es una de boca en boca, que confía en la confidencialidad de las amistades y en el poco interés que determinadas esferas deben tener de dedicarle el tiempo necesario a cerrar un sitio que no se dedica a temas políticos…
En lo que espero por un especialista que me atienda, Yara y yo nos sentamos a tomar unas copas. Tenemos una amiga en común y podemos saltarnos ciertas normas sociales y apresurar la intimidad.
—No puedes evitar que te rompan el corazón en el amor. No hay manera. Y aun así, no puedes parar de enamorarte.
—¿Tiene acaso algún sentido? —pregunta retórica que queda colgando en un algún lado junto con el hielo de mi whisky.
Ahora los negocios particulares, incluso los centros de atención psicológica, ofrecen bebidas para los clientes en su lobby o sala de espera.
—La vida no tiene ningún sentido —comenta Yara mientras me sirve una copa—. Pero el amor sí tiene sentido. Porque no se trata de a quién ames ni cuánto tiempo dure el cuento de hadas.
¡Se trata de que cuando amas, estás viva! Hasta cuando sufres es bueno, porque te das cuenta de que estás viva.
—¿Qué te hace pensar que vengo por problemas de amor?
—Todos los clientes que tenemos vienen por eso.
—¿Clientes? Pensé que eran pacientes.
—Son las dos cosas.
—A lo mejor vengo a averiguar cómo funciona este negocio… para poder escribir sobre él.
—O sea, que eres primero periodista y después mujer. No. No es así. A lo mejor tú vienes a averiguar cómo funciona este negocio, pero la idea te vino porque tienes alguna pregunta relacionada con el amor. ¿Cómo lo sé? Porque el amor está en el centro de todas las cosas.
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