Rusia 2018: España, otro paso no tan "furioso" de avance
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Que España tuviera que esperar hasta el minuto 15 para lograr su primer entre los tres palos frente a Irán; que el gol llegara en el minuto 54 de manera casi fortuita tras un despeje erróneo de un defensa que rebotó en la rodilla de Diego Costa y casi sin querer la anidó en las redes, parece inverosímil, pero fue real.
En definitiva el triunfo 1-0 de los españoles en la arena Kazán, donde una marea Roja se dio cita para torcer por la Furia, que no lo fue tanto en esta oportunidad.
España tuvo el toque de siempre, con elevados porcentajes de efectividad en sus pases, el control de la Telstar-18 con abultado 78-22%, mayor número de disparos a puerta y entre los tres palos (18 y 5 por 7-0), pero les faltó poder dar el tiro de gracia, la estocada final luego de sortear la enrevesada línea de seis defensas y tres recuperadores que Irán formaba cuando el peligro acechaba su arco.
Estrategia que les funcionó, pues los ibéricos no pudieron anotarles más de un gol y ellos estuvieron a punto de lograr la igualdad en las hostilidades, manteniendo a las huestes de Fernando Hierro en un estado de nervios constante hasta el silbatazo final.
Volvemos sobre un punto, se reducen las otrora diferencias de calidad abismales entre onces serios contendientes y otros de menor aval. Ha sido hasta ahora la cita del adiós a los “pasteles”.
Irán, como otros derrotados o menores en el papel, entiéndase a Islandia, Perú, Suiza, Japón, Senegal, Marruecos o Australia, también fue capaz de despertar tensión entre elencos de los llamados aristocráticos, que mantienen ese pedigrí, pero mucho menos marcado que en el pasado.
España consiguió la victoria, con unos 20 minutos finales de vértigo, logrando achicar las internadas de unos persas dispuestos a buscar el abrazo a sangre y fuego.
Desde su mismo planteamiento inicial los ibéricos buscaron resquicios de creación y tranquilidad con la yunta Busquets-Iniesta para intentar hallar la brecha en esa red montada por Queiroz, con prácticamente sus diez jugadores de campo desdoblados en defensa disciplinados tácticamente, dispuestos a defender el abrazo a cero que cocinaron desde el banquillo. Uno que se hubiese antojado divino y hubiese puesto el grupo más tenso que el arco de Robin Hood.
Lucas Vázquez no dio lo que se esperaba por las bandas y así cayó el telón de la primera mitad, una suerte de monólogo slow motion ibérico.
Tuvo una pincelada de desconcierto, cuando Diego Costa se involucró en un raro intercambio con el meta iraní que pudo incluso haberle costado la expulsión.
Con el descanso vinieron las reflexiones y salió al complementario España un poco más parecida a La Furia que es. El gol les trajo un respiro y el geniecillo Iniesta logró filtrarle un balón, hasta entonces imposible de materializar, a Diego Costa, que fortuitamente marcó de rebote en plena batalla con Rezaeian y Pouraliganji.
El marcador permanecería inalterable, amén de que los iraníes quemaron sus naves en busca de la paridad. Llegaba el silbatazo final del encuentro, anhelado como pocas veces antes por el cuadro ibérico, para sellar la agonía vivida hacia el epílogo del duelo.
Factores X:
1- El tener el balón y contar con la magia de Iniesta siempre constituye una garantía.
2- Costa continúa justificando su titularidad con goles, amén de que en este desafío no estuvo tan acertado. Lucas Vázquez debe saldar deuda de rendimiento, e Isco continúa siendo medular en la generación de jugadas.
3- La línea hermética iraní de seis hombres en la zaga y tres por delante en la recuperación fue muy difícil de sortear o quebrar.
4- Irán, pese a ser un elenco inferior, se plantó y buscó a por todas el empate que casi consiguió.
España prácticamente signa su presencia en octavos de final, pero deberá recuperar la imagen de su estreno ante Portugal si de ir más allá de esa instancia van sus aspiraciones.
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