A los padres... que no están

A los padres... que no están
Fecha de publicación: 
17 Junio 2018
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Mi padre, Ramón Armas González, pasó a otra dimensión el 17 de diciembre de 1983. Tenía 76 años, un corazón debilitado y un enfisema pulmonar que ya le provocaba una disnea casi permanente. El día anterior, llegué al atardecer, me senté en sus piernas y me pidió un trago de Paticruzao, (los cubanos conocimos bien ese ron). Crucé la calle, le traje el trago ante los ojos atónitos y reprobadores tanto de mi madre como de mi hermana.

No pasaron veinticuatro horas de que cerrara sus ojos para siempre en nuestro hospital, el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, los Armas tenemos vocación por las cardiopatías. Yo entonces no pude llorar: mi mamá y mi hermana enferma tenían que ver en mí a una persona fuerte.

Por suerte, al poco rato, aparecieron los brazos y el torso tan fuerte, como tierno, de mi amante, que me sacó de allí unos minutos y pude expresar mi dolor. Yo había perdido a la persona que más he querido, mi mejor amigo, mi compinche, el que me pasaba sus manos por mi pelo cuando estaba triste, el que llevaba el café y el cigarro encendido a la cama, mi Papi, el que me oyó y luego aconsejó acerca de mi primera relación sexual, en un lugar privilegiado de la geografía oriental, en una noche llena de estrellas y que aún recuerdo con nostalgia, porque fue un acto hermoso, de entrega, sin que mediara nada de lo que me advirtieron algunas amigas mías y de lo que Papi se rió.

Esa relación de amistad, más que eso de complicidad, con mi padre hicieron –según un sexólogo que conocí - que nunca hable mal de un hombre (mi amante o no) por el solo hecho de ser varón. Convoco a alguna persona que me haya escuchado decir “los hombres no sirven” o “sácale lo que pueda que para eso es hombre”.

El especialista me dijo que cuando el padre establece una relación de complicidad con su (o sus hijas), desde la más temprana infancia, ellas estarán recibiendo además de sabiduría y respeto, mucha ternura, ese sentimiento que no abunda en el planeta. Más, cuando como en mi caso el primer beso en la boca que vi darse a dos personas fue de mi papá y mi mamá. Yo era una niña chiquita y Papi me cargó, abrazó a Mami, y sencillamente dijo “hoy es el día de los enamorados”.

Escribo de este tema porque el otro día en los excelentes programas De tarde en casa que con el tema de los padres, preparó Raquel Mayedo, le escuché hablar “de los que no están”. Te pregunto Raque querida ¿acaso no están? Las mujeres y hombres de mi generación difícilmente tengan vivos a sus progenitores, por ley vital, pero aquellas que tuvieron un Papá amigo, seguro que se descubren uno u otro día pensando en una frase, un gesto, una mirada...entonces están en nosotros, viven mientras habiten nuestros corazones, a la sazón para los que están y los que no están en esta dimensión, sino en otra, felicidades por darnos mucho más que un espermatozoide, por proveernos de VIDA.

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