Tragedia nigeriana: No solo Boko Haram

Tragedia nigeriana: No solo Boko Haram
Fecha de publicación: 
28 Enero 2018
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Recientes reportes dan cuenta de la multiplicación de acciones armadas del grupo Boko Haram en el norte de Nigeria, nación en la que desarrolla sus principales acciones y donde el ejército ha resultado inoperante en los casi cuatro años del grupo sindicado como terrorista y que nació en similares condiciones al Estado Islámico.

Lo distinto entre ambas facciones es que si el EI anda hoy golpeado y en retirada, gracias al Ejército sirio y la ayuda solidaria rusa, este anda en popa y viento en vela, con la particularidad de que, en ambos casos, la creación provino de Occidente, con el respectivo fin de contribuir al cerco y eliminar la influencia de Rusia en la región del Medio Oriente y hacer lo mismo con China en la del Golfo de Guinea.

Los imperialistas, antes colonizadores, hoy neocolonialistas, aprovecharon en Nigeria el remanente dejado por una virtual historia común africana de pueblos separados por límites impuestos y con enemistades exacerbadas gracias al fanatismo y la ignorancia.

En Nigeria se ha empleado en grado sumo la utilización del islamismo extremo y ajeno a la realidad, para  controlar mejor al primer país productor de petróleo en África y sexto mundial, con una producción de 2,5 millones de barriles por día. El anterior gobierno nigeriano, sin consultar a sus principales explotadores, cedió algunos pocos pozos de petróleo a China, competencia juzgada insoportable para Estados Unidos, Francia e Inglaterra, que bombean el petróleo nigeriano sin preocupaciones desde hace cinco décadas y media.

Por su parte, las petromonarquías árabes están trastornadas ante una Nigeria demasiado potente, que puede dejar de someterse al dictado de Arabia Saudita en el mercado de petróleo y gas, en parecido soberano a Irán y Venezuela.

O sea, lo que no pudieron hacer con el EI, lo están realizando con Boko Haram, con el fin de oponerse a China, arruinar a la primera potencia económica africana que es Nigeria y dividirla en dos, como hicieron en Sudán.

Es tal la ineptitud interna y externa para combatir a Boko Haram, que su nombre surge primero que el país donde tiene ahora su principal base, Nigeria.

Se obvia que esta nación africana de más de 180 millones de habitantes tiene a mucho más de la mitad de la población sumida en la miseria, sin acceso a fuentes energéticas; que tala locamente sus bosques en busca de estas y es proclive a fatalidades cuando trata de obtener un poco de petróleo de alguna cañería rota accidentalmente, con miles de muertos y mutilados cada año, en su inmensa mayoría mujeres y niños.

La colusión contra el pueblo nigeriano, y de paso China, goza de una amplia cobertura mediática, para presentar a Boko Haram como la organización de unos locos que tratan de construir un califato en una parte de Nigeria y luego someter al país a lo más extremo de la ley islámica, la Sharia, con acciones difundidas a enorme velocidad, la misma que se utiliza para criticar a las autoridades nigerianas, con el fin de demostrar la necesidad imperiosa de la ayuda occidental.

Pero esta prensa guarda silencio sobre los orígenes del financiamiento y de las armas pesadas entregados a Boko Haram para sembrar la muerte en Nigeria, y sí dedican amplios espacios para las muertes extrajudiciales y la represión del ejército local contra diversos pueblos que integran esa nación.

Es tal la tragedia que vive el pueblo nigeriano, que su historia, ligada a la del resto del continente, necesitaría un espacio extremadamente amplio para describirla, aunque algo menor para señalar la base principal del entuerto creado con el fin de concretar la expulsión de China, que siempre ofrece mejores condiciones de inversión.

Nadie de la gran prensa publica, como sí difundió Wikileaks, que la Embajada de Estados Unidos en Abuja, la capital nigeriana, es la coordinadora de las acciones de desestabilización, frente a la redefinición de los equilibrios geoestratégicos impuestos por la penetración de China en África.

Y es que Boko Haram, al igual que Séléka en la República Centroafricana, ha pasado a ser un arma temible para preservar el control de las multinacionales occidentales sobre las materias primas y la instalación de Africom, el mando militar estadounidense.

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