Antes de entrar, quítese los zapatos (+ FOTOS)

Antes de entrar, quítese los zapatos (+ FOTOS)
Fecha de publicación: 
4 Junio 2012
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El cartel advierte: “Antes de entrar, quítese los zapatos”. La estancia está medio oscura, alfombrada, silenciosa. Las pocas luces iluminan grandes letreros en el piso. Cuando la vista se acostumbra a la penumbra, descubrimos que son muy parecidos a los que están en el piso de los portales de Centro Habana, logotipos de las tiendas y negocios de antaño, grabados en la piedra. Muy parecidos, pero no iguales. El artista los ha transformado: no son ahora nombres de tienda, sino lemas, pequeños comentarios.

La tipografía de reconocidos nombres de establecimientos citadinos, es ahora utilizada para dejar singulares mensajes. Hay una vocación evidente de ilustrar los accidentes del tiempo (la imitación de loza parece por momentos corroída, manchada), las peripecias del día a día (sobras de viandantes se eternizan en otra de las piezas). Uno atraviesa los salones y van apareciendo, extrañamente iluminados. Puede uno pisarlos (por eso había que descalzarse). En cada salón solo se ven los carteles, lo demás es oscuridad y silencio.

Se trata de la instalación Fin del silencio, del cubano Carlos Garaicoa, que se exhibe en el segundo piso del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, organizador y sede principal de la XI Bienal de La Habana.

Fin del silencio

Fin del silencio

Tapiz, algodón, lana… sirven para recrear un elemento singular del trazado urbano, con evidentes significaciones históricas. Caminamos por los portales antiguos de la ciudad y pisamos constantemente estos nombres, algunos referentes a establecimientos que ya no existen. Son el testimonio de una ciudad que fue y ahora es otra. El artista ha ido más allá de las posibles evocaciones. Subvierte, de alguna manera, el sentido de los letreros, que en la instalación proponen nuevas lecturas. Mejor dicho: las suman, porque uno no deja de pensar en los referentes primeros.

La concepción es absolutamente minimalista, esencial. La economía de medios es evidente. Pero el conjunto inspira respeto. Se ve la instalación con el comedimiento con que se admira a una obra ceremonial.

El edificio colonial del Centro acoge también otras instalaciones. En el mismo piso, el cubano Jorge Pardo presenta la suya, Work in progress, 2012, integrada por piezas de cerámica de formas geométricas y colores al pastel. Con un sentido lúdico, las piezas se imbrican formando nuevas formas.

Work in progress

Work in progress

En el otro extremo de la sala, tras una ventana encristalada, está el taller en el que se fabrican las piezas. Algunas están apiladas como si estuvieran listas para ser usadas. Las lecturas pueden ser —son— diversas. De cualquier forma, están borradas las fronteras entre la obra y el proceso de creación.

Bajando las escaleras, en la sala del primer piso, se expone la instalación Llegooo! FeFa, de los estadounidenses Maria M. Campos Pons y Neil Leonard. A diferencia de las anteriores, aquí la concepción es casi barroca. La acumulación de copas de cristal —colgadas, sobre una mesa— de diferentes tipos y usos marca el espacio, delimita los ámbitos.

Sobre una mesa de madera, las copas rodea el pan —¿pan nuestro de cada día?—, presentado de diferentes formas. En otra mesa, sobre un tablón, las copas escoltan también fragmentos elaborados con harina. Entre una y otra superficie, una cortina también formada por copas.

Llegooo! FeFa

Llegooo! FeFa
Y al fondo de la sala, se proyecta un audiovisual en video, con testimonios de gente de pueblo. Se escucha el pregonar de vendedores. La instalación sirvió, en su momento, como escenario para una instalación en la que participaron pregoneros de La Habana.

Hay cierta presencia ritual, religiosa, de fuerte acento popular, en el emplazamiento e iluminación de las piezas.

La XI Bienal de La Habana se ha volcado a las prácticas y credos sociales. La ciudad, se sabe, se ha convertido en una gran galería, en la que abundan las piezas interactivas, de diáfanas propuestas. En las galerías, como en este caso, los discursos pueden ser quizás más velados, más conceptual si se quiere, pero su calado temático puede ser avasallante.

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