Víctor Fowler: Nuestro límite debe ser la cultura

Víctor Fowler: Nuestro límite debe ser la cultura
Fecha de publicación: 
5 Agosto 2017
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Fotos: De la autora

Desde hace unas semanas, Víctor Fowler Calzada, poeta, ensayista, crítico, narrador, uno de los polemistas más agudos de nuestro entorno cultural y con una obra édita para respetar, es el director del Centro Cultural Dulce María Loynaz.

Autor de cerca de una veintena de libros de poemas, ensayos, antologías, también ha dirigido revistas como Miradas (digital), de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, época dorada de esa publicación, y también ha ofrecido (y ofrece) conferencias sobre literatura cubana en la Universidad Nacional de Colombia y Cartagena de Indias (Colombia); la universidad de Mayagüez (Puerto Rico) y las de Princeton, Brown, CUNY, Stony Brook, Berkeley, Harvard, Yale, Michigan, FIU, Ohio, Austin, y otras instituciones afines norteamericanas.

En Cuba este creador ha recibido más de diez importantes premios, entre los que se encuentran el Razón de Ser (1998), Premio de la Crítica Literaria (2004), Uneac, de Poesía (2003), Julián del Casal, y Nicolás Guillén, de Poesía (2008).

Pero Víctor fue profesor de nivel secundario al licenciarse en Pedagogía en 1987, trabajo que realizó durante varios años, lo que explica, al conservar su alma de maestro, se haya decidido a convertir el Centro Loynaz en una escuela «para hacer crecer el mapa y las posibilidades de la plenitud humana. Y todo eso, mediante actos de escritura, lectura y conversación. Ese es nuestro sueño: ser un lugar para cosas así, un centro».

Y esta respuesta quizás sea la explicación de por qué aceptó un cargo de dirección, cuando hay tantos poemas y ensayos por hacer.

Tienes, no lo dudo, nuevos libros que escribir y alumnos que formar. ¿Por qué dedicar una buena parte de tu tiempo a la dirección del Centro Dulce María Loynaz?

«La verdad es que tengo libros por escribir. Lo del Centro es un sueño, y la mejor manera de explicarlo (explicándome y explicándomelo a mí mismo a la vez) es decir que aspiro a realizar acciones de promoción cultural que desde hace mucho deseo ver. Es, en cierto sentido, un proceso idéntico al que ocurre con la escritura, donde escribo textos que me gustaría leer y compartir… escritos por otros».

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Centro Cultural Dulce María Loynaz, en el Vedado, La Habana.

¿Con qué cuentas para empezar «tu proyecto» en esa institución?

«Creo que con deseos, algunas ideas claras y, al llegar al Centro, he encontrado personas que igual desearían atreverse a experiencias nuevas».

Entre tus ideas está hacer cómplice a la comunidad del Centro y que lo vean como parte de su vida. ¿Qué estrategias seguirás en ese sentido?

«Si se trata de la comunidad, nada es tan importante para una institución (cultural, deportiva, política, o lo que sea) como resultar deseable, al punto de que la vecinería sienta orgullo de que la edificación y sus acciones ocurran “allí”, en lo que para los vecinos es su zona o barriada.

«El mes pasado ya ofrecimos tres conferencias acerca de la vida y obra de Dulce María que, abiertas para todo público, fueron oportunidad para que algunas personas del barrio participaran. El día 16 de agosto daremos continuidad a este tipo de acciones, en lo que hemos denominado nuestro “Día de puertas abiertas de la casa”, y donde pensamos vender libros de Dulce María, exhibir fotografías y reproducciones de manuscritos, exhibir sus libros, proyectar documentales sobre su vida y ofrecer dos visitas dirigidas (mañana y tarde) para quienes no conocen las colecciones de objetos de la autora que atesoramos.

«Por cierto, a partir de septiembre y mediante las coordinaciones necesarias, queremos ofrecer a las escuelas de la zona un programa de visitas dirigidas, proyecciones, charlas y otras acciones que estamos madurando antes».

Dulce María fue una tertuliana respetable. ¿Piensas rescatar aquellos encuentros?

«En septiembre, y con Dulce María como figura central, queremos igualmente recuperar la tradición de la tertulia; pero hacer de la tertulia un acto de memoria y homenaje de un escritor o hecho literario. En esta ocasión hablaremos de Dulce María y en lo adelante, en el espíritu de amor a la literatura que ella nos enseñó, de otros escritores, libros o momentos.

«Lo principal que debe ser entendido es que la tertulia que imaginamos es un hecho de amor a la literatura».

Un tiempo atrás, en el verano o los fines de semana, se realizaban encuentros infantiles con distintos proyectos culturales. ¿Piensas rescatar esas proposiciones?

«En este agosto ya están siendo proyectadas películas para una audiencia infantil, y pensamos comenzar la venta de libros, en coordinación con la editorial Gente Nueva».

Tienes la posibilidad de narrar aquí tus sueños. Tuyo es el espacio.

«Mi sueño es sencillo, y dije ya una parte cuando hablé de la literatura como un acto de amor. Lo otro es decir que, en mi concepto, es también una búsqueda angustiosa de la verdad y la belleza, así como para la discusión de los conceptos mismos con los cuales nos referimos a las cosas; una plataforma infinita para el diálogo con el mundo; para el viaje a través de épocas, países y culturas; para la comunicación humana; el encuentro de las diferencias, la defensa y el respeto a las diferencias; en fin, para hacer crecer el mapa y las posibilidades de la plenitud humana. Y todo eso, mediante actos de escritura, lectura y conversación. Ese es nuestro sueño: ser un lugar para cosas así, un centro. Es importante entender que, además del compromiso con la literatura, en primerísimo lugar (esto es importante subrayarlo), el Centro es una institución de promoción cultural; o sea, nos interesa conocer, difundir, proponer la cultura que “hace” a un escritor, que se encuentra —igual que si se tratase de un río— en su légamo. Es por ello que también iremos incluyendo presentaciones de cine del llamado “de arte” o que, en meses próximos, vamos a ofrecer un programa de conciertos y una peña de trovadores y poetas jóvenes. Si a ello agregamos que nos interesa demostrar nuestro compromiso con la conexión entre creación literaria y nuevas tecnologías, así como con la fotografía (ya tenemos concebidas algunas exhibiciones para los meses venideros), se podrá comprobar que nuestro límite debe ser la cultura. Va a ser entonces cuestión de tiempo, energías e ideas. Ojalá haya y podamos ser las personas adecuadas. Ojalá podamos ir más lejos».

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