MIRAR(NOS): Dos historias y el amor protagonista

MIRAR(NOS): Dos historias y el amor protagonista
Fecha de publicación: 
7 Julio 2017
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A lo mejor, si empezáramos a tomar al pie de la letra cada lección, se escaparían las historias que reposan en los personajes más secundarios, lo cual no quiere decir que sean mejor o peor defendidos por sus intérpretes.

No soy especialista en esas cuestiones y las dejaré a los críticos, quienes se esfuerzan en desmenuzar cada partícula dramatúrgica haciéndonos caer en circunstancias que están ahí y en las que habíamos reparado, pero no tan profundamente ni con mucha seriedad.

Es el caso de Linda y Rafael. La muchacha autista y el abogado. Una historia de amor no tan fuera de tino, y menos aún fuera de tino la incomprensión de casi todos los que rodean a estos dos personajes. Lo difícil de digerir, a mi juicio, para los familiares de la muchacha, es que el joven pueda enamorarse o que ella pueda llegar a hacerlo plenamente.

Tendríamos que ponernos a buscar, desde el punto de vista de la ciencia, hasta dónde pueden involucrarse las personas con esa clase de enfermedad. Si pueden sentir, ese pequeñísimo detalle de involucrarse más o menos, desluce y no viene al caso.

Hace algunos años conocí a una pareja de la que poco he hablado. Jamás había venido al caso escribir sobre ellos y esta, creo, es la segunda vez que lo hago. Él: intérprete de señas; ella, sordomuda de nacimiento. No les haré un cuento largo: hoy están felizmente casados e, incluso, tienen descendencia.

Ante las interrogantes de muchos, con una sonrisa enamorada en pleno rostro, él argumenta que no es ella la esposa que le alcanza la toalla en el baño o las chancletas, según sea el caso. En medio del ajetreo propio de la casa, ella tendría que reparar en los olvidos involuntarios, porque ni una sola vez en la vida podría acudir a su llamado vocal. No resulta para ellos un problema y tampoco debiera fruncir el ceño usted, que lee.

Son de carne y hueso, no vinieron de otra galaxia. Han aprendido a vivir, a pesar de las miradas atónitas cuando alguien les conoce; ya es normal que la gente se asombre, que la gente critique, muchas veces para adentro, cuando conoce la historia.

Ojalá yo aprendiera a vivir sin escuchar a la gente. Porque hay normas, ¡claro! Desde el punto de vista social, tampoco es que uno vaya por la vida acabando con todo lo que se cruce, pero al menos poniendo menos asunto, el mundo sería un lugar mejor para todos.

Visto está que la gente no cambia: seguirán criticando por los siglos de los siglos y el amor, por suerte, también seguirá hasta que se cansen los ojos que censuran y las lenguas que hablan más de la cuenta. Icen bandera blanca porque el amor gana ahora y seguirá haciéndolo, todas las veces.

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