Unión Europea: No solo lavar la cara

Unión Europea: No solo lavar la cara
Fecha de publicación: 
6 Abril 2017
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Un euroescepticismo creciente, manifestaciones masivas en contra y la salida de Gran Bretaña, eso que llaman Brexit, fue el telón de fondo, diría que el de apertura, de la declaración que 27 líderes de países integrantes de la Unión Europea hicieron en Roma para tratar de espabilar una política cuyo egoísmo borró los enunciados de paz, justicia y solidaridad llevados como bandera en su fundación, hace 60 años.

Entre los líderes europeos se encontraban Alexis Tsipras, un marxista en ciernes que intentó vanamente de hacer justicia a su maltratado pueblo griego, y pienso que acudió a la cita con el interés de que se alivie una situación ocasionado por anteriores venales gobernantes locales  y de los que hoy los verdugos económicos –esos que hablan de solidaridad- sacan provecho.

Pero esto es una situación que, en mayor o menor medida, ocurre en casi todas las naciones del denominado Vejo Continente, lo cual hace que la debilitada izquierda y la pujante ultraderecha coincidan en combatir las guerras desgastantes que golpean lasa economías, critican las injustas sanciones contra Rusia y califican de desacertado los incumplimientos con Turquía, ganándose un enemigo que pretendía ser un aliado.

Eso me recuerda cuando los nazis tomaron el poder en Alemania, aprovechando a una corrupta y vacilante socialdemocracia que fue incapaz de alimentar a la población víctima de las leoninas condiciones impuestas por las naciones triunfantes en la Primera Guerra Mundial.

Hay que decir que cuando la UE fue creada ello fue considerada como un indicio de que la integración era, y es, lo más adecuado para las economías y población de las naciones aludidas, incluso como una salida a la agobiante presencia norteamericana y al poder del dólar, y aunque el euro nació sólido, luego fue víctima de un bamboleo causado por una política fiscal coja, independientemente de las agobiantes condiciones impuestas por una troika –diría bota-, Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y banca alemana, que no dejó margen a dudas de la ineluctable muerte de la solidaridad.

Ahora esos bonitos enunciados tratan de ser revividos, e incluso Alemania se dice muy dispuesta a tenerlos como bandera, pero el mal es mucho más grave, porque además de a la ya mencionada salida de Gran Bretaña, se unen un avance ultraderechista y anti- UE, en Francia, Italia y la propia Alemania, con fuerte sostén en Austria y más recientemente en Holanda.

Es decir, la UE trata ahora de revivir algún destello de épocas pasadas, pero son muchos los errores que ha cometido en los que el egoísmo ha jugado el principal papel.

Quizás, más que hablar de errores pasados, habría que indicar a qué se enfrenta esta UE y qué tiene que superar, pero dudo que lo consiga, porque cada pueblo tendría que buscar gobernantes que piensen de diferente manera, tal es el mal que ha permeado entre ellos.

Así, se enfrentan a la peor crisis migratoria desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la latente amenaza del terrorismo, las rigurosas reformas que se requieren a fin de que no suceda igual que con las demandas del Reino Unido para mantenerse dentro del bloque europeo; la creciente acogida del euroescepticismo a raíz de una pérdida de confianza en la sociedad, y la lenta reactivación de la economía.

Para algunos expertos consultados, tales problemas con sus manejos son fruto de una división entre los países del norte con los del sur, de los acreedores con los deudores y de los que tienen intereses independientes  con los más europeístas.

Y aunque los líderes tradicionales intentaron hacer creer a principios del pasado año que las crisis necesitan solo  de tiempo para ser solucionada, desde ese entonces todo ha vuelto a empeorar.

Así quedó atrás el Tratado de Maastricht de 1993, que creaba la ciudadanía europea y la libre circulación de personas. A ello se une la creación del euro.

Fue el Tratado de Lisboa del 13 de diciembre de 2007 cuando la Unión Europea aprueba una agenda neoliberal, que es el actual vigente y que está en la raíz de la desafección general al proyecto europeo y a su actual fracaso.

La caída de Leman Brotes en Estados Unidos es el pistoletazo del inicio de una profunda crisis económica de la que Europa no se ha repuesto. Se llevaron a cabo una serie de políticas totalmente erróneas, basadas en la austeridad, que ha provocado una catástrofe en la desigualdad social, fundamentalmente en los países del sur y este, pero que actualmente está llegando a los países centrales.

El euro significó un gran avance, pero como ya advirtieron algunos políticos y economistas, su diseño fue un error, porque para que una moneda funcione bien es necesario desarrollar una política económica y fiscal armonizada, de la cual se carece.

Nada de esto se ha hecho y en tiempos de bonanza el euro permitía la obtención de dinero fácil y barato, pero con la crisis y la falta de una política monetaria común, ha sido una pesada losa al no poder tomar medidas como la devaluación, etc., que pueda aliviarla.

De ahí el surgimiento de una ultraderecha con más opciones de llegar al poder en varias naciones, incluso en el lugar menos pensado, por ser el motor de la economía europea y que influye en la toma de las decisiones de la troika, Alemania, donde se estremece la que parecía inconmovible, la derechista Ángela Merkel.

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