Blogueros indignados y blogueros indignos

Blogueros indignados y blogueros indignos
Fecha de publicación: 
1 Mayo 2012
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Ya lo había dicho Eduardo Galeano en su visita a La Habana este febrero: La neutralidad es imposible, somos indignos o indignados.

El reciente y exitoso Encuentro de Blogueros Cubanos en Revolución, además de la satisfacción por haber concertado estrategias y debatir en la búsqueda de los mejores caminos, también dejó como saldo evidentes aunque mesuradas indignaciones: contra la pasividad, el conformismo, la mentira, la mediocridad, la burocracia y también contra la deslealtad.

El más de medio centenar de blogueros, sobre todo jóvenes, reunidos en la universidad de Matanzas este viernes y sábado últimos, se anotaron entre sus fortalezas el ser consecuentes con sus credos sin temer que pudieran colgarles el cartelito de “oficialistas” porque “si ser  oficialista es defender la Revolución y el Socialismo -aunque sepamos que hay que mejorar muchas cosas-, entonces, yo lo soy, y con orgullo”, como comentara uno de los asistentes durante el receso.

Sin embargo; ahora, leyendo opiniones acerca del encuentro, -opiniones desde la barrera, diría yo, porque sus autores no estuvieron entre los asistentes- pareciera por lo que dicen  algunos, que ser  leal a este proyecto socialista, querer mejorarlo pero no dinamitarlo, resulta algo así como una indignidad, una cobardía.

Porque si ser valientes es apuntar contra cosas  mal  hechas, en la reunión hubo  un montón de corajudos y las evidencias estuvieron al alcance de todos y a camisa quitada, lo mismo en los twits generados en tiempo real desde el propio plenario, en los post de los blogueros, que en las transmisiones de Justin.tv, para quien tuvo las facilidades tecnológicas de poder verlas.

Los reunidos, como bien recuerda Harold Cárdenas en su entrada de este lunes para LJC, “Epílogo para un blogazo y sus detractores”, lo mismo la emprendieron contra el MIC para que se eliminaran las trabas que limitaban o sancionaban el acceso de algunos blogueros desde universidades y centros laborales a las redes sociales, que clamaron por explicaciones sobre el cable de fibra óptica Cuba-Venezuela, que por el acceso a Internet, por una mayor protección para los blogueros y también por la defensa de la verdad a toda costa, porque “la verdad es siempre revolucionaria”, según afirmaron allí. Esto último lo resumía de manera tan concisa como un proyectil bien disparado, uno de los integrantes de LJC: “es mejor pedir disculpas que pedir permiso”.

Aun así, se les catalogó con sorna de “obedientes y disciplinados”. ¿Qué  temas debían abordar, qué posturas asumir para premiarlos con el adjetivo de desobedientes e indisciplinados, o el diploma de Valientes? ¿Valientes ante quiénes y para qué?

¿Es cobarde y oportunista declararse defensor de los 5, detenidos por enfrentarse al terrorismo siempre de moda en Miami?, ¿lo es reclamar por el derribo del bloqueo que nos imponen los EE.UU, considerado genocidio? Contestar de manera afirmativa a estas preguntas equivaldría a asegurar algo como que “(El caso Posada Carriles) es un tema político que no interesa a la gente. Es una cortina de humo”.

¿Cuál es el idioma que debemos estrenar para reclamar nuestros derechos,  mancillados por más de 50 años?  Estoy ansioso por leer esas nuevas consignas que desde hace años nos prometieron algunos blogueros, los mismos que también, desde la plataforma BloggerCuba, quisieron vendernos a Barack Obama como el hombre del cambio y hasta una cartica abierta le enviaron, calificando su investidura de presidente como “un día feliz para la Humanidad”.

Como Galeano también dijo que “No hay quien pueda con la capacidad de contagio que tiene la indignación” –claro, refiriéndose al emerger de movimientos sociales- , pues ahora soy yo quien se indigna ante la ambigüedad de esas críticas, que, además de ser imprecisas son injustas y evidencian, cuando menos, desinformación.

En coherencia con uno de los tantos pronunciamientos de la reunión sobre el derecho  de cada uno a expresar y defender sus puntos de vista, y a ser respetado, se han pronunciado diversas voces acerca del evento. Yo, haciendo uso también de tal derecho, me niego a ser llamado cobarde y prefiero creer que tales consideraciones han sido derivadas de la desinformación, el impresionismo, cierto afán de protagonismo y los prejuicios. De no ser así, esa aparente neutralidad y ecumenismo en que parecen apoyarse, no sería sino la peor de las indignidades.  Entonces sí que doblarían las campanas.

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