Criar hijos en Cuba ¿misión imposible?

Criar hijos en Cuba ¿misión imposible?
Fecha de publicación: 
20 Febrero 2017
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Se pone difícil, especialmente para madres solas o familias con múltiples hijos.

Por un lado están las mil ventajas invaluables: atención medica integral y gratuita desde el embarazo y para toda la vida: nuestros niños nacen con el seguro médico más amplio del mundo, sea cual sea la procedencia social o el poder adquisitivo de sus padres; educación gratuita, un ambiente seguro y algunos productos de primera necesidad subvencionados, por citar algunos ejemplos, pero ¿es suficiente?

 

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La respuesta también es un no rotundo. El Estado cubano lo sabe y se preocupa por resolver los temas que aún afectan las tasas de nacimientos y dan al traste con el envejecimiento, a pasos agigantados, de la población, por eso se han aprobado y difundido nuevas regulaciones destinadas a estimular la natalidad entre los cubanos y cubanas.

La primera virtud de estas disposiciones es que están orientadas a la familia y no únicamente a las mujeres en edad fértil,  involucran no solo a los posibles padres, sino también a los abuelos y abuelas, esa flexibilidad es mucho más coherente con la mujer cubana de estos tiempos, instruida y empoderada,  a quien que no solo nos limitan a la hora de tener más hijos las variables económicas sino también los intereses de superación y las oportunidades laborales.

Otro elemento muy positivo de estas medidas es que tienen en cuenta a quienes se desempeñan en el trabajo por cuenta propia, un sector creciente y que también aporta a la sociedad cubana, por lo tanto, en la misma medida merece ser contemplado en las políticas sociales de un modelo que se actualiza sin perder su esencia profundamente humana.

Sin embargo, la pregunta regresa aún después de reconocer la pertinencia de estas disposiciones ¿son suficientes? Algunas cubanas y cubanos de todas las edades nos dieron sus opiniones sobre algunos aspectos…

Círculos infantiles ¿costos o acceso? He ahí el dilema

En el caso de los círculos infantiles, casi todos los entrevistados coinciden en que no es el costo monetario lo que más golpea, sino la oportunidad de acceder a estas instituciones educativas, donde a veces no hay suficientes capacidades y el otorgamiento se convierte en una odisea burocrática o, como me cuenta Howard: “hay que resolverlo, buscar relaciones por aquí y por allá, hacer un regalito, tú sabes”.

Yo realmente no sé, pues ninguno de mis hijos asistió al círculo infantil, la familia asumió sus cuidados durante los primeros cinco años de vida, incluida su incorporación al Programa Educa a tu Hijo, pero  Aleida, una abuela, jubilada precisamente de esta enseñanza, me explica: “ya no atienden a los niños como antes, ni les enseñan, a veces aprenden más lo que no necesitan saber que lo realmente importante, además, a mi nieto casi lo tienen que llevar después de leer y escribir, te ponen mil requisitos para aceptar al niño, porque no quieren pasar trabajo.”

Estos factores también hacen que muchas madres tengan que recurrir a cuidadoras particulares o círculos infantiles privados, que tienen tarifas muy altas, pero según Rayza: “ofrecen  mejores condiciones, horarios más flexibles y a los que en muchos casos ya no se les puede señalar ni siquiera las deficiencias en cuanto al desarrollo de las habilidades de la etapa, pues te presentan un programa de estudios prácticamente igual al que tienen los círculos infantiles del Ministerio de Educación.”

Es cierto que no son todos los casos iguales, la experiencia de mi amiga Giselle es otra: “yo tuve a mi niño con una cuidadora particular que lo tenía el día entero sentado en el coche viendo muñequitos, eso hizo que se atrasara en todo, en caminar, en hablar, sin embargo, en el círculo donde lo matriculé después, que es uno de los mejores de Matanzas, mejoró extraordinariamente”.

Liliet, una joven profesora resume: “En definitiva, más que los costos, habría que revisar la disponibilidad y la calidad de los círculos infantiles estatales, porque los programas, el deber ser, está perfectamente diseñado, pero en la práctica no siempre se hacen las cosas como debe ser y, por otro lado, la cantidad de plazas que se otorgan, que no se corresponden con la demanda.”

El pollo del arroz con pollo…

Para las familias que dependen de un salario estatal, todas las ideas que se van implementando son solo paliativos del problema mayor: la solvencia de los salarios: “yo soy ingeniero y trabajo en una empresa mixta y mi esposa es doctora, especialista, así que tenemos salarios bastante altos para la media de Cuba y tenemos que hacer malabares para llegar a fin de mes con un solo hijo de siete años, solamente en comida, zapatos para la escuela, mochila, merienda diaria y algún refuerzo para el almuerzo se nos va la vida y de vez en cuando hay que comprar un juguete, un helado, llevarlo a un parque de diversiones…”

A Elianne, abogada de 30 años, se le suman dos situaciones aún sin solución: “Imagínate, yo vivo en un apartamento de dos cuartos con mis mamá, mi hermano, mi cuñada y mi sobrinita, ya por ahí te das cuenta que no cabe más nadie, tengo una relación estable hace dos años, pero no tenemos donde vivir, pues en su casa hay una situación similar, mucha gente habla de que den casas o subsidien materiales, yo solo pido tener un salario que me permita construir o alquilar, he viajado y sé que en el mundo muchos viven rentados, pero tienen un salario que les asegure poder pagar, porque no se puede traer un hijo al mundo sin cierta seguridad, ya el reloj biológico me está apurando, pero no puedo ser una irresponsable.”

Y este es el punto en el que confirmo lo que siempre he pensado, el dilema de la natalidad en Cuba, además de por una variable económica pasa por nuestra gran conquista: la educación del pueblo. En la época de mi abuela las mujeres parían en circunstancias mucho peores que las que afrontamos hoy, pero no tenían las competencias intelectuales para pensar en planificar la natalidad ni el acceso a los métodos que lo facilitan, pero  a las cubanas de hoy, con altos niveles de instrucción, no se les puede pedir que tengan hijos sin hacer cálculos tan elementales como ¿dónde lo voy a traer a vivir? ¿Qué calidad de vida le voy a dar? ¿Hasta dónde alcanza mi salario?

De modo que en el camino de estimular la natalidad y resolver el inminente problema demográfico en Cuba, pasos como los que ya se han dado son importantes, pero aún falta mucho tramo  por andar…

 

Recomendamos leer también el forodebate de Juventud Rebelde sobre las nuevas medidas de protección a la madre trabajadora

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